Se ha materializado noticiosamente lo que todo México sabía, que el cártel de Sinaloa cogobierna Sinaloa y que los políticos de este estado, empezando por su gobernador, no pueden prescindir del trato y del acuerdo con sus desperados.
El ex presidente de la Corte Arturo Zaldívar, ahora coordinador anunciado de Política y Gobierno en el gabinete de Claudia Sheinbaum, simplificó, convenientemente para su causa, el debate en curso de la sobrerrepresentación del oficialismo en el Congreso.
Con gesto de conocedor de la Constitución, dijo el 2 de agosto:
El futuro político de México se discute con base en dos palabras desdichadas: largas, cacofónicas y de significado abstruso, incluso para especialistas.
Esas palabras son sobrerrepresentación y subrepresentación.
Me desperté ayer con la noticia de que había muerto Carlos Tello Macías y toda una época de México, mi propia época, pasó como un resplandor tras el recuerdo de su amistad.
Dice Kant que cada hombre debe actuar como si su conducta fuera a ser la norma para todos los hombres.
La fracción 1 del artículo 54 constitucional, que regula la sobrerrepresentación electoral, dice que los partidos tendrán derecho a diputados plurinominales sólo si presentan candidatos en 200 distritos de mayoría.
Un momento clave del gobierno de López Obrador fue decir que la política iba a tomar el mando sobre los poderes económicos.
La noción “Ventana de septiembre” sugiere que en ese mes el gobierno de López Obrador podría empezar a aprobar en el Congreso reformas constitucionales inherentes a su llamada cuarta transformación.
Si el gobierno se sale con la suya y gana en la poselección las mayorías calificadas del Congreso que no ganó en las urnas (66%), tendremos en México un cambio de régimen político. Un orden constitucional distinto al que conocemos, un cambio histórico.
Dice Fernando Savater que al final de cuentas los responsables de los votos son los votantes.
Son los votantes mexicanos quienes optaron en junio por un régimen que tendrá muchas facilidades autocráticas. Se pusieron en manos del gobierno y de los políticos del gobierno, justo lo que habían evitado durante 20 años de transición democrática.
Para todos fue clara la intervención ilegal del gobierno en las elecciones de junio, el uso de los recursos del Estado y de la autoridad en favor del partido en el poder y de sus candidatos.
Ya era una forma de Gran Poder.