La reforma judicial pinta para ser otra de las sustituciones catastróficas de la llamada cuarta transformación.

Menuda zarandeada le puso a Rosario Piedra Ibarra el panista Ricardo Anaya el reciente viernes cuando la señora compareció ante el Senado con la cínica pretensión de ser reelecta como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que por cinco años ha chatarrizado y puesto al servicio de la 4T:

En 28 días el vértigo de la violencia ha devorado los planes de seguridad del nuevo gobierno. En esos mismos días, el vértigo legislativo ha ido comiéndose el Poder Judicial, el equilibrio democrático y la división de poderes de nuestro régimen político.

Desde que lo conocí (1977), por la relevancia de los casos que desde entonces representó, creo que nunca pasó más de un año sin que yo entrevistara al abogado Juan Velasquez, fallecido ayer.

Aprendí pronto a respetarlo y quererlo, en correspondencia con el trato de amigo que me dispensó.

Pocos errores fueron tan consecuenciales para la relación del gobierno de López Obrador con las clases medias ilustradas que haber impuesto a Rosario Piedra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Pueden valuar la obra, pero no al autor.

Florestán

Una de las características de quienes llegan al poder es que parte del falso supuesto de que es para siempre.

Esta es la fórmula que han encontrado el gobierno y sus legisladores para su proyecto de anular a la Suprema Corte como revisora de las reformas constitucionales que pueda hacer el Congreso.

Han tratado de esconder la realidad con discursos. Pero realidad mata verbo.

Florestán