Según Claudia Sheinbaum, su mentor en Palenque y escribiendo un libro no tendría interés por lo que sucediera con la CNDH.
¿Y por qué no desde un principio el oficialismo en el Senado se pronunció por Rosario Piedra sino hasta el final?
Según Claudia Sheinbaum, su mentor en Palenque y escribiendo un libro no tendría interés por lo que sucediera con la CNDH.
¿Y por qué no desde un principio el oficialismo en el Senado se pronunció por Rosario Piedra sino hasta el final?
Claudia Sheinbaum contó ayer que, leyendo “temas en redes de la comentocracia, ahora resulta que desde Palenque López Obrador está dictándoles a los senadores y senadoras quién va a ser la presidenta de la CNDH”.
Con la pena, pero todo indica que sí.
Abundan razones para que el Senado no reelija en la CNDH a Rosario Piedra Ibarra, impuesta por capricho de López Obrador hace cinco años.
De su desastrosa y punible gestión sobresalen:
La insaciable avidez lopezobradorista hecha suya por la presidenta Claudia Sheinbaum para demoler la estructura constitucional de contrapesos republicanos ha tenido en el Poder Judicial su banquete más exquisito, pero de segundo plato faltan siete instituciones autónomas y dos más de postre, que dejarán de servir a la sociedad para depender del gobierno.
Al ministro Alberto Pérez Dayán le llueven descalificaciones por haber votado contra la procedencia de que la Suprema Corte se ocupara de la acción de inconstitucionalidad contra la reforma al Poder Judicial.
En la guerra contra el Poder Judicial pudo más el arsenal político, falsario, económico y clientelar del lopezobradorismo que las armas jurídicas del máximo tribunal constitucional para impedir la fatal chatarrización de la impartición de justicia y la dinamitación de los equilibrios republicanos.
Cuales fueren los resultados de las votaciones en Estados Unidos y México, el que más debe importarle a la presidenta Sheinbaum y primero que conocerá es el de los ministros de la Suprema Corte sobre la maligna reforma al Poder Judicial que dejó su pendenciero predecesor.
Tanto que los cuatroteros cacarearon y hasta “legalizaron” que los partidos no participarían en la selección de candidatos a jueces, magistrados y ministros para salir con la traición de que en los comités de la Presidencia de la República y sus mayorías en el Congreso sobresalgan devotos confesos de Morena.