Incognitapro

Reforma/ Catón

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Tuve un querido amigo a quien nunca vi y con quien jamás hablé. Mi amistad con él duró más de 30 años, pero la vida no nos dejó encontrarnos, y el trato entre nosotros fue por teléfono o por carta. Hablo del padre Joaquín Antonio Peñalosa, historiador y literato potosino. Cuando supe que había enfermado gravemente lo llamé para expresarle mi solidaridad. Sereno, me dijo que lo único que lamentaba en ese trance era que no se fabricaran ataúdes donde se pudiera estar de rodillas. "Porque hasta muerto -añadió- quisiera estar arrodillado dando gracias a Dios por todo lo que me dio en la vida".