Anteponen el temor sobre el deber y el compromiso.
Florestán
Anteponen el temor sobre el deber y el compromiso.
Florestán
Notable que, para lograr la aprobación de su reforma judicial, llamada a “limpiar de corrupción” la justicia, el gobierno use corruptamente sus poderes judiciales y amenace con ellos a los senadores que se oponen.
La ministra Norma Lucía Piña Hernández dijo el domingo que “la demolición del Poder Judicial no es la vía” para mejorar la justicia.
Prima en la discusión pública la certeza de que la última aduana que queda para contener el paso de la reforma judicial es el voto de los 43 senadores que han comprometido públicamente su oposición a ella.
43 es la cifra que impide la mayoría calificada de dos tercios en el Senado.
Les atrae más el autor que la magia de su obra.
Florestán
Ayer le decía a usted, querido lector, que al presidente López Obrador le faltaba un traidor del bloque opositor en el Senado para aprobar su reforma al Poder Judicial federal.
El presidente que se va le hereda a la presidenta que llega un país peor que el que le heredaron a él.
Se extiende la certidumbre de que el presidente que sale quiere ejercer un Maximato, una Presidencia donde quien manda es el presidente que sale y quien obedece es la presidenta que entra.
En un buen equipo se culpa al error, no al hombre.
Florestán
La herencia del gobierno que sale parece más un riesgo que una ventaja para el gobierno que entra: trampa, más que un camino a seguir.
Eso escribí ayer. Lo reafirmo hoy frente a las sacudidas que provoca la aprobación en estampida de la reforma judicial.
Qué necesidad, pregunta alguien por ahí.