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Catón

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

La joven mujer le anunció a su galán: "Voy a tener un hijo. Tendremos que casarnos". El tipo se defendió: "Un hijo no es razón suficiente para que un hombre y una mujer se casen". "¡Sí, caborón! -se indignó ella-. ¡Pero nosotros ya tenemos cinco!"... Un pordiosero abordó en la calle a Usurino Matatías, el hombre más avaro y ruin de la comarca. "Perdone, señor -le dijo humildemente-. Desde hace tres días no he comido". Con gesto magnánimo respondió el cutre: "Está usted perdonado"... Don Añilio, señor septuagenario, casó con Pomponona, mujer en flor de edad.

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Rosibel, joven secretaria, fue víctima de un acto de lubricidad en el cuarto del archivo. Cuando le preguntaron quién había sido su atacante respondió: "No pude verlo, pues todo estaba oscuro; pero seguramente fue uno de los jefes: yo tuve que hacer todo el trabajo"... Don Chinguetas faltó dos noches a su casa. Su esposa Macalota fue con una amiga a denunciar su desaparición ante la policía. El oficial de guardia le preguntó: "¿Cómo es su marido?" Respondió ella: "Es alto, musculoso, y tiene el cabello oscuro y ondulado". La amiga la llevó aparte: "¿Por qué diste esa descripción?

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"Me encantan tus rodillas -le dijo Libidiano a Dulcilí en el asiento de atrás del automóvil-. Póntelas en las orejitas para poder vértelas mejor"... La mamá de Pepito lo amonestó: "Si no estudias nunca llegarás a ser un hombre de provecho". Replicó el niño: "Yo no quiero ser un hombre de provecho. Yo quiero ser como mi papá"... La linda criadita de la casa le informó a su patrona: "El señor está furioso. Alguien le contó que anoche recibió usted a un hombre aquí en la casa". "¡Por favor, Famulina! -le suplicó, angustiada, la mujer-. ¡Dile que ese hombre vino a verte a ti!" "¡Uh no!

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Hacía mucho tiempo que no me metía yo en problemas con doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, censora de la moral pública (y en caso necesario también de la privada). Sin embargo el chascarrillo que ahora sigue hizo que la ilustre dama hirviera en santa indignación. Me envió un ocurso memorial en 12 fojas útiles y vuelta en el cual me dice que la lectura de ese cuento le provocó efectos muy nocivos, tanto físicos como morales. "Absténgase usted -me ordenó- de publicar semejante badomía". ¿Prohibiciones a mí? ¡Tate!