Crear un “país de leyes” —un país donde se cumplan las leyes— es el más viejo propósito de los gobiernos de México. Es también el fracaso político más repetido de nuestra historia.
La cuenta de las equivocaciones del último medio siglo de México es notoriamente más larga que la de los aciertos.
Xóchitl Gálvez fue una candidata extraordinaria. Perdió por una avalancha oficialista pero la ola que ella construyó no fue una olita, tuvo frescura, ciudadanía, verdad y promesa.
Como candidata, fue ella misma de principio a fin, y peleó desde ahí, contra la abrumadora fabricación estatal de un discurso efectivo y contra los recursos de un gobierno activado a todo gas.
El destino político de México pende del galimatías de la sobrerrepresentación que exige la coalición oficialista en el Congreso.
No hay duda sobre el triunfo de Morena el 2 de junio, pero hay algo que precisar en sus proporciones y en sus consecuencias.
Hubo dos elecciones distintas: la de la Presidencia y la del Congreso.
La victoria presidencial es clara. Sheinbaum recibió 36 millones de votos, 6 más que López Obrador en 2018. Y los recibió de todos los sectores de la población.
Empezaremos a ver muy pronto el tipo y el tono de hegemonía política que ejercerán Morena y sus aliados. Será tan importante el fondo como la forma.
Un primer indicio de cómo vendrá la nueva hegemonía es el que ha señalado Ciro Murayama. Se refiere a la sobrerrepresentación que Morena y sus aliados están buscando darse en el Congreso.
Pliego de mortaja es la expresión que se daba a la carta secreta donde el rey de España escribía quién debía suceder a los virreyes de ultramar que nombraba, en caso de muerte inesperada en el cargo. Acabó llamándose así al documento de entrega de cuentas de una administración a otra. La uso en este segundo sentido:
Sobre las elecciones del próximo domingo pende una vieja sombra, nuestra vieja conocida: la sombra de la ilegitimidad.
Penderá en particular sobre las victorias del oficialismo, pues las trampas y las ilegalidades para sesgar estas elecciones han venido del gobierno.
El gran dilema de la elección de junio es si el resultado será a favor de la continuidad o del cambio.
No digo “si los mexicanos elegirán la continuidad o el cambio”, porque los votos de este domingo se emitirán sobre una cancha dispareja, que lleva al menos una porción de fraude e ilegalidad en las entrañas.