De la catastrófica imitación de la retórica del jefe
Vemos a un Presidente popular blindado contra la crítica en su retórica. Su retórica es eficaz, penetrante, única en nuestro medio. Se permite todo, el buen humor y el sarcasmo, la frase inspirada y la palabra hiriente, la prédica moral y la vulgaridad callejera.
Se lo permite todo, además, sonriendo, y la mayoría de los mexicanos aprueba y celebra esa retórica, está bajo su influencia.
El ejemplo presidencial va creando un estilo público deslenguado, dicharachero y despectivo, particularmente infortunado.