En un juicio, la certeza moral es lo más cercano a una corazonada.
Florestán
En un juicio, la certeza moral es lo más cercano a una corazonada.
Florestán
El formato del debate presidencial planteado por el INE repitió su error de poner a los candidatos a hablar de temas en vez de a debatir.
Xóchitl Gálvez encontró la forma de colarse entre una maraña de preguntas abstrusas para imponer un tono de debate, de crítica y desafío a la candidata oficial Claudia Sheinbaum.
No sé si lo despojaron de otras pertenencias, pero al obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, sus secuestradores le ordeñaron su dinero en cajeros automáticos durante las más de 24 horas que lo mantuvieron retenido para después, por fortuna, liberarlo.
Escribí esta columna ayer por la tarde, antes de ver el debate presidencial, porque acepté acudir a una mesa televisiva de posdebate y no tuve tiempo de escribirla anoche.
Antes de que empezara el debate había dos cosas claras sobre lo que podía suceder ayer, en realidad dos errores claves. Un error de forma y otro de fondo.
La reforma a la ley de amnistía que seguramente se litigará en la Suprema Corte le otorga facultades policiacas y judiciales al presidente de la República para excarcelar a sentenciados y probables criminales bajo proceso.
Solo mereces lo que siembras y trabajas, no lo que quieres
Florestán
El presidente López Obrador, en su personal estilo de atacar a sus críticos y no a los criminales, ayer se volvió a lanzar contra este reportero:
Las elecciones mexicanas de 2018 son las únicas en las que el Tribunal Federal Electoral juzgó que hubo una intervención directa del gobierno contra uno de los contendientes, Ricardo Anaya.
El martes publiqué aquí que la promoción que el oficialismo hace de las playeras con la imagen de la Santa Muerte y la leyenda “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador” era una “pendejada”.
Ahora pienso que es una deliberada perversidad en busca de votos de la delincuencia.
Las pendejadas se han convertido en un ejercicio cotidiano de gobierno
Florestán
Héctor Aguilar Camín
La elección de 2018 esconde el mayor engaño que un presidente y su opositor hayan fraguado juntos, vendiéndoles a los mexicanos la finta de que eran adversarios electorales cuando, en realidad, eran cómplices: uno, López Obrador en busca del poder y el otro, Peña Nieto, en busca de impunidad.