La lógica del cambio a machetazos que está debajo de la reforma judicial nos ha mostrado ya sus resultados catastróficos en otros campos de la vida nacional.
DÍA CON DÍA
Enviado por sintesis el Mié, 2024-10-16 06:38Destruirse por transformarse
La lógica del cambio a machetazos que está debajo de la reforma judicial nos ha mostrado ya sus resultados catastróficos en otros campos de la vida nacional.
Las ilegalidades acumuladas en el gobierno anterior están dando paso a una nueva legalidad, toda ella inexplicable sin las ilegalidades previas.
Las ilegalidades acumuladas de que hablo han sido documentadas largamente.
Una cascada de leyes está cambiando el régimen político de México. Su resultado, paradójico, puede ser no más legalidad, sino menos.
Me dice un abogado que en esta desbocada transición legal, la ley se volverá un artículo escaso de primera necesidad.
La cascada de cambios legales que hay en el país tiene consecuencias desconocidas para la abrumadora mayoría de los mexicanos.
“Democracias populares”, llamaban en su tiempo a las esperpénticas dictaduras de la Europa del Este. Democracia llaman a Cuba sus ruinosos gobernantes y sus aliados ciegos.
A nombre de la democracia, líderes populistas de medio planeta han echado atrás las democracias de sus países y han utilizado los recursos de esas democracias, formales, imperfectas, en muchos sentidos ingenuas, como vías para llegar al poder mediante elecciones libres.
Forcejean en México dos ideas de democracia que han combatido largamente en el mundo.
Podríamos describirlas simplemente como democracia formal y democracia real. Democracia a secas y “verdadera” democracia. Democracia que descansa en las formas y democracia que va al fondo de las cosas, sin fijarse en los modales.
Atribuyen a Stalin la frase: “Un homicidio es una tragedia. Un millón de muertos es una estadística”.
Hay algo de esto último en la normalidad con la que durante tres sexenios hemos aceptado la cuenta de miles de asesinatos: 60 mil entre 2000 y 2006; 120 mil entre 2006 y 2012; 150 mil entre 2012 y 2018; 200 mil entre 2018 y 2024.
Hay un nuevo gobierno, pero no hay un nuevo país. Es una obviedad, pero una obviedad viva, cotidiana.
La dejan ver cosas como el estado de emergencia que vive Culiacán o como la actuación del Ejército en Chiapas, disparando sobre una camioneta sospechosa de portar criminales, cuando llevaba migrantes.
Hay en la opinión publicada de ayer demasiadas certezas anticipadas sobre el nuevo gobierno. La primera de ellas, que será una calca del anterior.
Hubo mucho de eso en la toma de posesión, pero hubo también otras cosas. Ayer me referí al acento no rijoso de su discurso, que me parece un cambio bienvenido frente a la intemperancia del anterior gobierno.