Hay mucha corrupción en el país, más que en ningún otro momento de sus años de democracia, pero el discurso oficial denuncia corrupciones sólo donde conviene a sus propósitos políticos, olvidando los casos que saltan a la vista.
Tanto que los cuatroteros cacarearon y hasta “legalizaron” que los partidos no participarían en la selección de candidatos a jueces, magistrados y ministros para salir con la traición de que en los comités de la Presidencia de la República y sus mayorías en el Congreso sobresalgan devotos confesos de Morena.
A mí que me digan, sí, pero que no me cuenten.
Florestán
Hoy inicia, apenas, el segundo mes de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
El engaño es evidente: “supremacía constitucional”, le llama el oficialismo, cuando lo que impone es una fascistoide supremacía política de sus avasallantes mayorías en el Congreso.
Ignoran que el que perdona, como el que paga una deuda, es el más aliviado.
Florestán
Con la reforma judicial, la presidenta Claudia Sheinbaum se está metiendo en una aventura innecesaria.
Tal como está planteada, la reforma es un inmenso reto organizativo, económico y político del que difícilmente saldrá bien librada.
Entre las mentiras propaladas por el oficialismo para intentar justificar la guerra del Ejecutivo y el Legislativo contra el Poder Judicial sobresale que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación “ganan más de 700 mil pesos mensuales”.
El reconocimiento solo lo exigen los arrogantes.
Florestán
El debate sobre la reforma judicial alcanzó su punto analítico más alto con el proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara difundido el lunes, para iniciar su discusión el martes 5 de noviembre por el pleno de la Corte.
(Muy tarde y mal día, pues es la elección de EU).
Del proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá sobre la reforma constitucional al Poder Judicial y el anuncio de que tanto él como seis de sus pares en la Suprema Corte renunciarán a partir del 31 de agosto de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo ayer: