Solo ve la chachalaca en el ojo ajeno.
Florestán
Solo ve la chachalaca en el ojo ajeno.
Florestán
Henry Kissinger, Eric Schmidt y Daniel Huttenlocher han publicado un libro de lectura obligada o al menos oportuna, y si no, divertida, aunque, bien vista, perturbadora: The Age of AI (La era de la Inteligencia Artificial).
Lo variado y en extremo peligroso que se viene cometiendo bajo la férula de la 4T se ha vuelto tan común que sobran quienes, por ingenuidad o necesidad, lo asumen como legítimo y normal.
Sí, soy vulnerable, como todos,pero no frágil, como muchos.
Florestán
El Presidente lleva días sembrando la idea de que Xóchitl Gálvez es una simulación.
Una indígena discutible, una marioneta de los conservadores, una falsa triunfadora por su propio esfuerzo.
En lugar de que la Consejería Jurídica del Ejecutivo federal previniera al Presidente de lo que puede o no decir y hacer sin transgredir la Constitución y las leyes en materia electoral (o hacérselo notar cuando lo ha estado haciendo), su titular dijo ayer, sin asomo de vergüenza, que no ha recibido la notificación del ordenamiento que la Comisión de Quejas del INE le impuso a López Obrador para que evite manifestarse sobre el tema.
Solo cuando vas adelante los de atrás pueden ver el blanco en tu espalda. Y es cuando te tiran.
Florestán
La ley y el tiempo caen sobre un gobierno que quería saltarse ambos: imponer su ley y prolongarse en el tiempo.
La realidad lo acota. Su diseño transexenal, que parecía potente, se desdibuja. Sus precandidatos se achican al contacto real de las campañas.
Ana María Olabuenaga publicó ayer en MILENIO una luminosa y oportuna reflexión sobre los contratos, recordando que son “un instrumento legal, un negocio jurídico diseñado para regular obligaciones”, por lo que “sorprende que el Presidente diga la palabra contrato como si fuera un delito (…). ‘La señora tiene contratos’, dice, como si fuera una indecencia”, refiriéndose a Xóchitl Gálvez.
La Suprema Corte ha vuelto a recordarle al Presidente que su límite es la ley.