Como lo hizo desde que tomó el caso a mediados de agosto, la FGR volvió a dejar claro que la carta de Zambada es su principal hipótesis sobre lo sucedido en territorio mexicano en las horas previas a la captura. El Mayo aseguró que fue traicionado luego de ser citado por Joaquín Guzmán, su ahijado, a una reunión con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, y Cuén, un influyente político local. Las autoridades mexicanas señalaron en un comunicado este fin de semana que han encontrado rastros de sangre que colocan a Cuén en la escena del crimen y que apuntan a que fue asesinado en la finca donde supuestamente iba a celebrarse el encuentro. Son las evidencias materiales más contundentes que se han revelado en respaldo a la versión del capo.
Antes, la Fiscalía ya había señalado a Guzmán López como el principal sospechoso del secuestro. Vinculó también a Ovidio Guzmán como uno de los posibles autores intelectuales del plan para entregar a El Mayo. Dio por cierto el recuento sobre su traslado en una camioneta rumbo a una pista de terracería, de la que salió la avioneta que aterrizó en el aeropuerto rural de Doña Ana, en Nuevo México, para concretar la captura sin que se disparara una sola bala. Además, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador y de su sucesora, Claudia Sheinbaum, desvelaron que las autoridades estadounidenses llevaron a cabo durante años negociaciones secretas con Los Chapitos para una posible rendición.
El principal punto ciego sigue siendo la participación de Rocha. El gobernador ha insistido en que no estaba en Sinaloa el día del arresto de El Mayo y el asesinato de Cuén, su principal adversario político, y ha negado cualquier vínculo con el crimen organizado. “Probablemente”, contestó el mandatario a la pregunta de si los últimos hallazgos de la FGR daban mayor credibilidad a la versión de Zambada, aunque afirmó que “es un mito” e insinuó que su supuesta presencia pudo haber sido un señuelo para que acudiera a la cita. “Nadie está excluido de ser investigado”, señaló, después de que la Fiscalía estatal, nombrada durante su Gobierno, fuera puesta en evidencia por las autoridades federales por errores graves en las indagatorias y por divulgar un video falso sobre la muerte de Cuén.
Casi al mismo tiempo que la conferencia de prensa de Rocha, Ovidio Guzmán comparecía por primera vez desde la captura de Zambada en Chicago y después de que las propias autoridades mexicanas pusieran en duda si seguía bajo custodia de Estados Unidos. Guzmán fue trasladado por cuestiones de seguridad y de logística, pero siempre se mantuvo bajo resguardo de las autoridades, según su abogado, al igual que su hermano. El Ratón, como se le conoce, apareció esposado de los tobillos, con la barba crecida y el uniforme de la cárcel, de acuerdo con los reporteros que estuvieron en la sala. Por primera vez, la defensa reconoció que ambos hermanos analizan la posibilidad de firmar un acuerdo de culpabilidad. Durante semanas ha ganado fuerza la versión de una negociación para que los hijos de El Chapo cooperen con la justicia estadounidense. No ha habido ningún posicionamiento oficial en ese sentido. Sigue siendo sólo una posibilidad.
Una vez más, los caminos de El Mayo y Los Chapitos se vuelven a cruzar en las cortes estadounidenses. Zambada se vio las caras por primera vez el pasado viernes con el juez Brian Cogan, el mismo que condenó a El Chapo a cadena perpetua en 2019. Su próxima audiencia está prevista para el 15 de enero en Nueva York. Ovidio Guzmán reapareció el lunes en Chicago y la jueza ordenó que tenga una audiencia conjunta con su hermano el próximo 7 de enero, una semana antes que el antiguo socio de su padre. Si uno de los dos Chapitos no se presenta a la vista, sería porque llegó a un acuerdo para declararse culpable. En este punto, sin sentencia y sin información pública sobre las supuestas negociaciones, no se puede afirmar con contundencia a cambio de qué se daría el acuerdo. Falta mucho por escribirse. Más allá de las delaciones que puedan producirse, la principal incógnita que planea sobre las cortes de Chicago y Brooklyn es si los capos irán a juicio o si evitarán sentarse en el banquillo de los acusados.
Del otro lado de la frontera, lo que queda claro es que el precio más alto de la ofensiva judicial de Estados Unidos contra los narcos mexicanos se paga en México. Sinaloa, bastión histórico del cartel, ha estado bajo el fuego cruzado durante 42 días consecutivos y el conflicto por el control de la organización criminal ha dejado decenas de asesinatos, secuestrados y detenidos. El Mayo, Ovidio y Joaquín Guzmán navegan por separado para salir lo mejor librados posibles del sistema judicial de Estados Unidos. En paralelo, sus hombres se embarcan en una guerra total. Washington ha dejado de pronunciarse sobre la captura que cambió el destino de tres millones de sinaloenses desde el pasado 25 de julio. México aún exige respuestas y culpa a su vecino de la zozobra en el noroeste de su territorio. La batalla por la supervivencia dentro del Cartel de Sinaloa se libra en ambas orillas del río Bravo.