Es comprensible que El Debate mantuviera reservada la identidad de uno de sus repartidores, Sergio Cárdenas Hernández, quien la mañana del sábado fue perseguido y secuestrado, luego de que la noche del jueves fue baleada la fachada del prestigiado periódico sinaloense.
La desgracia se inscribe en el horror que vive la población del estado-santuario de la banda que fundaron El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán, ahora dividida.
En mes y medio, el saldo de la guerra entre chapistas y mayistas alcanza 200 homicidios, 230 “desaparecidos” (muchos o en su mayoría quizás asesinados), el robo o quema de unos 300 vehículos, el cierre de 400 establecimientos (sobre todo en Culiacán, Elota y Navolato) y pérdidas económicas por al menos 13 mil millones de pesos.
Rubén Rocha Moya, el inexplicable gobernador, sigue subestimando la violencia, pero se atreve a decir: “Estamos ahorita en un bache feo”, cuando el estado está hundido en un letal socavón donde, seguro que a sabiendas del mandatario (peor si lo ignoraba), operaba un brazo “institucional” del crimen: la narcofiscalía de Sinaloa, cuya ex titular Sara Bruna Quiñónez Estrada presentó el asesinato del ex rector de la Universidad Autónoma Héctor Melesio Cuén como resultado de un “intento de robo” en una gasolinera y encabezó el montaje nocturno del que tardíamente habla la Fiscalía General de la República.
Lacayuno y elusivo, Moya Rocha llegó a decir que el secuestro de El Mayo y su traslado a Estados Unidos tuvieron el propósito de “dañar” la imagen del entonces presidente López Obrador.
El Mayo también afirma que fue invitado por Joaquín Guzmán López (hijo de El Chapo) para que “mediara” en el pleito que se traían los ex rectores de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Rocha Moya y Cuén, por el relevo de autoridades en la UAS, y el “hallazgo” de la FGR confirma su versión de que Cuén fue asesinado en la finca la mañana de la traición y el plagio.
Rocha dice ignorar que Cuén conociera a El Mayo, pero no ha negado que él y Zambada se conocieran (llegó a comentar que se necesita ser “pendejo” para pretender gobernar Sinaloa sin antes arreglarse con la delincuencia).
Desde que la FGR atrajo el caso (11 de agosto) han transcurrido 70 días y lo único que ha logrado es confirmar lo que se evidenció en un principio: que el de la fiscalía estatal fue un burdo montaje.
¿Qué le falta para saber si el gobernador tiene o no ligas con los narcotraficantes?
¿No es hora de que la ex fiscal Quiñónez Estrada responda por qué acudió al hospital en espera del cuerpo de Cuén y por qué permitió su inmediata incineración sin habérsele practicado la necropsia?
El cacareado “humanismo” de la 4T lo ilustra este comentario de Cynthia Cárdenas, hija del repartidor secuestrado de El Debate, en MILENIO, sobre la promesa de “apoyo y diálogo” del gobernador a la familia:
“Dijo que nos iba a recibir y ahora nos sale con que no sabe cuándo. Aquí estamos esperándolo a las afueras del palacio de gobierno…”.
¿Quién gobierna Sinaloa?