Al parecer, la presidenta Sheinbaum se ha soltado de la mano del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya. Dijo en una mañanera que el caso de Sinaloa está en manos de la Fiscalía General de la República y que ahí se va a quedar.

El hecho es que nadie en el gobierno le ha serruchado más el piso a Rocha Moya que la FGR. La FGR ha probado que la versión del gobierno de Rocha sobre la muerte de su rival político Héctor Melesio Cuén, a saber, que lo mataron en una gasolinería para robarle una camioneta, fue un montaje.

Nada menos.

Y que Melesio Cuén fue asesinado, como había dicho en una carta el capo Ismael El Mayo Zambada, en una finca a la que el gobernador los había citado a él y a Cuén, para que mediara en el pleito que traían.

Era una celada para ambos. A Cuén lo mataron ahí mismo, mientras a Zambada lo secuestraba uno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, para entregarlo a las autoridades estadounidenses en Texas.

Como sabemos ahora, los hijos de Guzmán estaban buscando negociar condiciones buenas de prisión al otro lado, donde ya está preso Ovidio y donde iba a entregarse voluntariamente, con su trofeo vivo, el secuestrador de Zambada, Joaquín.

Esto lo están logrando los llamados Chapitos, aunque al precio de haber roto el precario equilibrio que existía entre ellos y Zambada, y de echar sobre Culiacán seis semanas de tiros, muertos y pánico civil.

La guerra entre Los Chapitos y La Mayiza, iniciada hace seis semanas, llevaba hasta el lunes 21 de octubre una cuenta de 260 homicidios, 301 secuestros, 392 vehículos robados y 72 detenidos.

La FGR no ha hecho sino confirmar lo que veían muchos: el gobernador de Sinaloa va desnudo y trae una cola criminal que se remonta, por lo menos, al proceso de su elección en 2021, elección que los Guzmán y Zambada arreglaron, a punta de secuestros y pistolas, para Rocha Moya.

La FGR ha desnudado al gobernador.

He aquí una oportunidad nítida para el nuevo gobierno de mostrar su decisión de no tolerar la impunidad.