Han existido hombres talentosos y visionarios que percibieron con claridad hacia dónde se conduce el destino del homo-sapiens bajo la dinámica social. Por citar algunos de ellos, Gustav Le Bon sociólogo y físico aficionado a la psicología social, el cual escribió en 1895, finales del siglo XIX, el libro “Psicología de las masas” en el cual advirtió de los cambios que estaba experimentando la sociedad de su tiempo como consecuencia de los avances de la ciencia y la industria, fenómeno social que estaba provocando una substitución de la actividad consciente de los individuos por acciones inconscientes de la masa de individuos, como principal característica de su tiempo.
Esta línea de pensamiento la continúo, José Ortega y Gasset, con la publicación de su libro en 1929 “La rebelión de las masas” en la cual predijo que este fenómeno sociológico, de la rebelión de las masas, dominaría el siglo XXI, el cual pronostico el advenimiento de las masas al poder social, dígase político, el cual en principio se entiende como el triunfo del ideal democrático cuyo anhelo vital es de la mayoría de las personas.
El hombre-masa es un individuo incapaz de sentirse como tal, es decir, como individuo, que se siente como todo el mundo sin angustiarse. Ortega explicó como la dinámica histórico-social ha conducido a un mundo dominado por la masa. El hombre-masa se caracteriza por su impulsividad, irritabilidad, incapacidad para razonar y la ausencia del espíritu crítico, por ello es proclive a la exageración de los sentimientos.
El primer autor puntualizó que, por razones desconocidas, la masa se encuentra en un estado de fascinación en el que el individuo hipnotizado se encuentra a sí mismo, en espera para poner sus manos en el líder que sea el gran hipnotizador; cualquier coincidencia con el obradorato es pura coincidencia. Los hechos nos están demostrando que la masa-pueblo bueno nos está llevando con sus líderes gobernantes a políticas de Estado completamente regresivas. Y que aún no se percatan de ello.