Hasta hace una década, la ciudad de Monclova, en el Estado de Coahuila, era reconocida como la capital del acero en México. En el centro de su geografía, las fumarolas de los dos imponentes hornos de Altos Hornos de México (AHMSA) sustentaban este sobrenombre. Ahora, de ese mote solo queda el recuerdo. Las puertas del complejo siderúrgico de más de 1.200 hectáreas han cerrado definitivamente este jueves tras la orden de quiebra dictada por un juzgado de la Ciudad de México. La bancarrota ha sido el único destino posible para la siderúrgica venida a menos, que acumulaba meses en paro, deudas millonarias, litigios con acreedores y negociaciones fallidas con futuros inversores. La orden de la magistrada obliga al nombramiento de un síndico, quien tomará control de los bienes de la empresa para una posible venta y con estos recursos saldar una parte de los 5.000 millones de dólares en adeudos de la acerera. “AHMSA reafirma su compromiso de colaborar durante este proceso, para buscar soluciones que minimicen el impacto en todas las partes involucradas”, indicó la acerera en un escueto comunicado.
La historia de 82 años de AHMSA que hoy cierra con la orden de una jueza federal de Ciudad de México había estado plagada de altibajos. Los orígenes de la empresa se remontan a 1942 con capital estatal y, posteriormente, en 1991, con una oferta de 449 millones de pesos (145 millones de dólares al tipo de cambio de ese año) AHMSA paso a manos privadas, bajo las riendas de Grupo Acerero del Norte. En este primer grupo de inversionistas ya figuraba el nombre de Alonso Ancira Elizondo y de su familia. La privatización de la firma ocupó las primeras planas de los diarios mexicanos de la época. En el arranque, el empresario se mostró optimista y prometió incrementos en la producción y una expansión con miras a Latinoamérica. Sin embargo, la caída en los precios de los metales hacia finales de la década de los noventa cortó los planes de Grupo Acerero del Norte. En 1999, AHMSA protagonizó una de las mayores suspensiones de pagos privada de la historia del país. Con una deuda de 2.300 millones de dólares, la compañía se acogió a la antigua Ley de Quiebra y Suspensión de Pagos, una normativa laxa que permitió a la acerera seguir operando y evitar la liquidación de activos. Ante el asedio de sus acreedores y la amenaza de una orden de aprehensión por fraude fiscal, Ancira Elizondo optó por exiliarse en Israel en 2003. Pese a encontrarse a miles de kilómetros de distancia, el acerero nunca soltó las riendas de la empresa.
La eventual alza de precios del acero dio a Ancira Elizondo y a su empresa un segundo balón de oxígeno en 2006. El empresario regresó a México con nuevos proyectos de producción de acero, energía y extracción de carbón y hierro. Años más tarde, ya en 2013, AHMSA había logrado sacudirse el estigma de esa primera caída y ahora se mostraba como un ejemplo de éxito nacional. El 18 de julio de ese año, el entonces presidente de México, Enrique Peña Nieto, fue el invitado de lujo en la inauguración de su complejo El Fénix. “Sin duda, este es un gran día para la industria, siderúrgica nacional, que nos permite evitar realmente las importaciones de acero y demostrar que en México tenemos capacidad y talento para desarrollar esta industria. Por ello, Alonso, muchísimas felicidades, por creer en el progreso”, declaró Peña Nieto, en Monclova, Coahuila. A finales de 2013, la firma anunció por todo lo alto la venta de su planta de fertilizantes, Agronitrogenados, a Pemex por 275 millones de dólares.
Bastó un sexenio para que la historia de AHMSA diese un vuelco completo. En 2019, ya en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Ancira, fue vinculado a la trama de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. La acusación y posterior detención del empresario en España supuso un punto sin retorno para una siderúrgica que venía acumulando deudas operativas. El caso Agronitrogenados, que también puso en el banquillo de los acusados al entonces director de Pemex Emilio Lozoya, se cerró para Ancira en 2021, tras unos años en la cárcel y el compromiso de pagar a Pemex un acuerdo reparatorio de 216 millones de dólares.
Aunque Ancira salió de la cárcel, su empresa no logró remontar el paso. Desde ese momento y a la fecha, la empresa atravesó problemas para elevar su producción y cubrir los costos operativos y deudas por saldar en medio de una caída generalizada de los precios del acero. Entre sus compromisos financieros figuran deudas millonarias con el fisco mexicano, con Pemex y con la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Sin poder cubrir los gastos indispensables para operar, la empresa paró operaciones a principios de 2023, dejando en vilo a 1.700 trabajadores. El caso in extemis de la compañía también implicó un puñado de negociaciones fallidas entre el consejo de administración de la empresa y el Gobierno de López Obrador. “Nosotros estamos dispuestos ayudar, porque la empresa tiene deudas con dependencias y se les tiene consideraciones para que no se deje sin trabajo a la gente y todo lo que significa la región, pero el señor Ancira, tiene que tomar una decisión sobre esto, porque está mal administrada la empresa desde hace tiempo, estaba muy vinculada a los políticos y gastaban mucho”, declaró en 2023, López Obrador.
En un último intento por reflotar a la empresa, Ancira dio un paso de costado y dejó la firma en abril de 2023 para dar paso al fondo estadounidense Argentem, quien buscó afanosamente capital extranjero para levantar a la compañía. Fuentes allegadas a la firma confirmaron a la empresa que en estos últimos meses otras empresas del sector como Villacero, Arcelor Mittal y Ternium habían acudido al complejo siderúrgico interesados por adquirir parte del equipo de la empresa. Incluso, en sus primeros 100 compromisos del Gobierno de Claudia Sheinbaum, la mandataria indicó que hay un compromiso con los trabadores de Altos Hornos de recuperar sus fuentes de trabajo. Sin embargo, ninguno de estos acercamientos fructificó en un rescate real.
Raymundo Díaz Robles, profesor e investigador del Tec de Monterrey, explica que con esta orden de quiebra era el escenario más factible para la firma dado el alud de problemas financieros y políticos de la firma, pero no es un alivio para nadie, ni para sus acreedores ni para saldar los adeudos con empleados y autoridades. El especialista indica que ahora sigue un remate de la compañía para intentar recuperar algo de valor a favor de los acreedores. En su experiencia, este proceso solo podrá cubrir del 20% al 30% del total de los adeudos.de los adeudos por saldar. “A pesar de que es un sector rentable, en el caso de AHMSA se alinearon muchos problemas de manejo interno de la empresa con sus problemas políticos, era una bola de nieve, la empresa estaba detenida, la maquinaria se iba depreciando y eso fue mermando mucho la reactivación porque se iba encareciendo su costo de reactivación”, indica. Díaz Robles prevé que el proceso de venta de activos se prolongará hasta por un año y, en todo caso, se esperaría el arribo de uno o varios interesados en echar a andar parte de esta factoría de acero bajo una nueva sociedad mercantil.