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ATANDO CABOS

Palenque se hace presente

 

Desde que se despidió públicamente el ex presidente López Obrador —el día de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum— no había vuelto a estar presente como lo estuvo ayer cuando los senadores morenistas se metieron en un auténtico embrollo a la hora de definir quién va a presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos los próximos cinco años.

Habían anunciado un procedimiento de parlamento abierto, que estuvieron presumiendo ampliamente a través de spots en radio, y que consistió en una convocatoria abierta para que asociaciones civiles, instituciones académicas, organismos públicos y colectivos de derechos humanos postularan candidatos. Hecho esto, se recabaron las opiniones de organizaciones respetadas de derechos humanos y, por último, comparecieron los aspirantes ante las comisiones unidas de Derechos Humanos y de Justicia. Los participantes, aspirantes y senadores, parecían tomárselo muy en serio. El 24 de octubre, por ejemplo, ante un comentario de uno de los aspirantes, Javier Corral, presidente de la Comisión de Justicia, le aseguró: “Tenga usted la certeza de que es un proceso abierto y transparente, sin decisión predeterminada alguna”. Después de las comparecencias clasificaron a los participantes por su desempeño y credenciales. Hasta ahí llegaron. A la hora de seleccionar la terna finalista no se incluyó a los tres mejor calificados, y sí a Rosario Piedra, la saliente presidenta de la CNDH, que no figuraba entre los 12 mejor calificados. Javier Corral lo explicó diciendo que fue por razones políticas.

Ayer, antes de la sesión, se reunieron en privado los senadores de la mayoría gobernante y sorpresivamente salieron a anunciar que iban a votar por Rosario Piedra. El senador Saúl Monreal no encontraba cómo explicárselo a los reporteros que trataban de entender la decisión. ¿Cómo justificaban esto frente a su baja calificación, su desastrosa comparecencia y a la carta apócrifa de apoyo del obispo emérito Raúl Vera que presentó? En la comparecencia, dicho sea de paso, Rosario Piedra, sin asomo de duda, aseguró que ya no hay en nuestro país ejecuciones extrajudiciales (¿Cómo olvidar el video grabado el 18 de mayo de 2023 junto a la barda de un centro comercial en Nuevo Laredo donde un grupo de militares le disparan a hombres desarmados y sometidos?).

Preguntándole a senadores cómo podían cambiar de forma tan radical la ruta que ellos mismos se habían fijado, varios, en corto, respondieron que había sido una instrucción de Palenque: había que ratificar a Rosario por lo que ella representa y por su lealtad al movimiento. 

Un choque de criterios, entonces. La competencia y la transparencia del procedimiento original frente a la invocación de un linaje prestigioso. Porque fue Rosario Ibarra de Piedra, y no su hija, la que con una valentía indiscutible enfrentó al Estado y a sus peores representantes en búsqueda de su hijo y de los desaparecidos de los años setenta. Los aristócratas de antaño eran valorados según las proezas de sus antepasados durante las cruzadas. En este caso, parece ser por resistencia al viejo régimen y lealtad sin fallas al movimiento.

Suena creíble que semejante indicación venga de López Obrador; coincide con lo que nos dijo a todos en alguna mañanera cuando afirmó que, de sus colaboradores, esperaba 90 por ciento lealtad y 10 por ciento de capacidad. Lo cierto, es que haya o no levantado el teléfono para dar la instrucción, los promotores de la reelección de Rosario Piedra intentan —hasta la hora en que escribo esto— disciplinar a los senadores de la mayoría asegurándoles que es lo que quiere Palenque. No será la primera ni la última vez que recurran a este recurso.

Ámbito: 
Nacional
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