No entendí por qué más de una persona bien informada proyectaba que senadores de Morena y aliados podrían votar en contra de las instrucciones de la presidenta Sheinbaum, aun en un caso menor en el fondo, como sería la reelección de Rosario Piedra en la CNDH. ¿Alguien creyó, por ejemplo, que Adán Augusto López operaría en contra de un deseo u orden presidencial? Eso no es posible hoy. Puede ser cierto que en Morena y el propio gobierno surgieran voces que pensaran que Nashieli Ramírez sería una mejor opción, incluso que hayan tratado de influir en el proceso. Hasta ahí. En la 4T se toleran apenas pequeñas desavenencias, no una desobediencia a la orden superior. Y esa orden se emite en un lugar exclusivo: Palacio Nacional. Sólo la Presidenta tiene la virtud de mandar. Frente a esa virtud, todos, todos, deben guardar una sumisión cortesana y mostrar unidad en la genuflexión, porque en la 4T, si desobedeces o haces caras, te pudres. No importa cómo te apellides ni cuántos sean tus supuestos honores. Los senadores recibieron el mandamiento y acataron: 87 votos oficialistas para Rosario Piedra, cero para Nashieli Ramírez. Creo que no es tan difícil de entender.