Hay muchas señales que nos están indicando que estamos transitando hacia un cambio de época y con ella aparecen síntomas de decadencia de la sociedad.
Analicemos algunos indicios: En el país más poderoso de la tierra, el que se ufana de tener la democracia más perfecta, acaba de vivir la contienda por la presidencia de la nación más poderosa, de la cual tendrá repercusiones impredecibles, por sus efectos e importancia, en todo el mundo. Contra todo pronóstico se impuso Donald Trump, un político conservador, controvertido, excéntrico y delincuente con varios litigios en proceso. El pueblo estadunidense optó por él sin importarle las posibles consecuencias de tener un Presidente, al cual no le importa el orden constitucional y le gusta imponer su pragmatismo político.
En México venimos de un proceso político similar, en el cual se ha instalado un régimen gubernamental hegemónico que pretende salvar a México de la corrupción desapareciendo instituciones bajo ese
argumento, pero derrochando recursos económicos sin importar la ineficiencia y la improvisación. Lo cierto es que el 56 por ciento de los mexicanos están desencantados con la democracia.
Estamos viviendo cambios disruptivos que no alcanzamos a comprender, pero que están impactando nuestra manera de en- tender el mundo, de pensar, de relacionarnos, de comunicarnos. Vivimos un estado
permanente de amenazas de violencia, de enfermedades y de la amenaza de una posible tercera guerra mundial.
Las ideologías ya no alcanzan para mantener cohesionada a la sociedad. El pragmatismo, el engaño y la mentira se han convertido en moneda de cambio. Dice oss Douthat en su libro “La sociedad
decadente” que estamos viviendo un agotamiento cultural y una especie de cansancio del mundo actual.