Muchos otros, no obstante, se mofaron abiertamente del video en el que Andrés Manuel López Obrador juguetea con el símbolo de la paz: una paloma que no solo no es blanca, sino que no atina a levantar el vuelo en alguna de las callejuelas coloniales del Guanajuato Cervantino. Cervantes, Guanajuato, la paz y López Obrador; parodia de suyo afortunada.
Sin embargo, la imagen candorosa del anciano que se parodia a sí mismo como quijotesco, contemplativo y juguetón con el símbolo de la paz está muy lejos de la otra cara —de la doble cara y la doble moral— del señor López Obradoren el día a día de la política mexicana.
El viejecito amable, contemplativo y juguetón es el mismo que, mediante un tuit —el 8 de octubre— justificó el saqueo a trenes de carga, también en Guanajuato, por parte del crimen organizado.
Dijo AMLO —en otra parodia de sí mismo—: “En vez de acabar con la corrupción y combatir la pobreza, mandan mil soldados a Irapuato para enfrentar a los que roban trenes por necesidad”. Es decir, que para el candidato presidencial de Morena, el robo y la necesidad de los criminales por apoderarse de lo que no les pertenece justifica todo, justifica el crimen. Parodia de El QuijoteAMLO y los molinos de viento de la necesidad.
Pero hay otro rostro del mismo anciano amable, pacifista que juguetea con la paz. Hace apenas unos días —el 9 de octubre—, López Obrador instruyó tajante a los grupos parlamentarios de Morena a rechazar un minuto de silencio o cualquier otra expresión solidaria a favor de soldados, marinos y policías caídos en el cumplimento de su deber.
El caso concreto fue el de los diputados de Morena en la Asamblea Constituyente, quienes rechazaron abiertamente una expresión solidaria a favor del cabo de Sanidad, Cristian, quien luego de salvar la vida del criminal Julio Óscar Ortiz Vega, alias El Kevin, fue asesinado en una emboscada de los propios criminales.
Los legisladores de Morena fueron incapaces de un gesto solidario a favor de la memoria del soldado caído en el cumplimiento de su deber; mezquindad vergonzante que no solo retrata la miseria humana del partido Morena y la bajeza de su dueño, López Obrador —y de los títeres en que se han convertido los legisladores morenos—, sino que confirma la doble moral de ese partido y de su líder, el mismo que en un video se exhibe como un anciano bondadoso que juguetea con la paz.
Pero tampoco es todo. Hace algunos meses —el 18 de agosto—, durante la comparecencia de los policías federales que casi fueron linchados en Nochixtlán —algunos de los cuales resultaron mutilados y otros quemados con lesiones hasta de tercer grado—, los legisladores de Morena se portaron especialmente patanes, déspotas y miserables con un puñado de ciudadanos que solo cumplían su deber; ese pueblo uniformado que también es masacrado por el crimen.
En este caso, el odio contra los policías agredidos, casi linchados, mutilados y vejados, fue particularmente notorio. En medio del llanto por las lesiones recibidas por la turba criminal de la CNTE y de los normalistas, los policías volvieron a ser humillados por legisladores de Morena, sin que alguno de otro partido fuera capaz de detener el segundo linchamiento, en este caso, legislativo.
Pero no es nuevo que AMLO y Morena —contrario la imagen de bondad y preocupación social— son gemelos perversos, cuya labor fundamental es la siembra de odio contra el pueblo uniformado; mexicanos que, como todos los demás, merecen el mismo respeto, los mismos derechos, libertades y, sobre todo, idénticas concesiones por parte del Estado y de las instituciones; mexicanos que se juegan la vida por los ciudadanos.
¿Por qué AMLO y sus lacayos legisladores y políticos gustan de sembrar odio contra militares, marinos y policías?
La respuesta es elemental. Porque militares, marinos y policías son la representación de la fuerza del Estado; el Estado que AMLO y su claque pretenden destruir.
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