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ESCAPARATE

Pésimo manejo político en Totolapan

 

 

“Puedo entender el uso de la fuerza bruta, pero no el de la razón bruta…”, Óscar Wilde

 

 

 

La falta de sensibilidad política del actual desgobierno de Graco Ramírez quedó una vez más evidenciada con la violencia desatada en Totolapan por la construcción de un mercado en una zona en la que, dicen los habitantes, hay vestigios arqueológicos importantes. Lejos del diálogo prometido, la represión fue la respuesta. El uso de la fuerza para imponer proyectos y obras se vuelve la constante de esta administración.

Las imágenes difundidas por la prensa obligan a evocar el final de la administración de Antonio Riva Palacio López, cuando en Jonacatepec los pobladores no sólo voltearon, sino incendiaron patrullas y retuvieron al entonces procurador de Justicia, con la amenaza de quemarlo vivo.

A diferencia de la gestión del hoy inquilino de Palacio de Gobierno, que rara vez asoma la nariz por Morelos, Riva Palacio acudió a Jonacatepec y atendió directamente a los pobladores, enfrentando rechiflas, golpes y hasta el riesgo de también ser linchado. Y que conste que ese mandatario no era tan repudiado por los morelenses, e incluso solía caminar por el zócalo de Cuernavaca y lustrarse el calzado, a la vista de todos, en las inmediaciones del kiosco.

Y si se hace el recuento de las maneras con las que Graco impone sus proyectos, como el del gasoducto y de la termoeléctrica, entre otros, más por la fuerza que con la razón, se puede caer en la cuenta de que del Morelos que busca salidas por la vía legal contra el tirano, se puede despertar al Morelos bronco que ha sido, hasta hoy, bastante prudente.

¿Qué pasa con la gobernabilidad en la tierra de Zapata?

Se puede partir del presupuesto de que, en virtud de que Graco sólo procura sus intereses y los de los suyos, el rechazo generalizado está plenamente justificado.

¿Basta esa explicación?

Lo ocurrido en Totolapan nos habla no sólo de una obra no consensuada, sino impuesta, y que los oficios de negociación política no se hicieron o no fructificaron, con el saldo ya consignado a la vista de todos.

¿Cómo puede negociar cualquier cosa este régimen, si la sociedad está divorciada de él, si cada obra y proyecto despierta enormes suspicacias, como la reconstrucción del drenaje en Zacatepec, en la que se quiere obligar al Ayuntamiento a invertir, sólo porque se inundan las inmediaciones de lo que fue el estadio “Curuco Díaz, hoy en manos adivinen quién?

Desde esta perspectiva, es claro que el gobierno de Graco ya no se preocupa por negociar con la sociedad de la que sólo obtiene rechazo, simplemente ejecuta sus planes por sí o a través de los alcaldes incondicionales o a los que previamente ha amedrentado.

El desgobernador ya probó la resistencia de un Morelos que por la vía legal enfrenta los embates autoritarios. Puede que, debido al fin de su administración y la urgencia de culminar los negocios en puerta, siga sin tomar opinión a la gente para alcanzar sus fines, y entonces tal vez conozca ese otro rostro de Morelos, el bronco, el que resiste las imposiciones.

Cuidado…

 

 

 

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