EL PRI, UN PARTIDO SIN PIES NI CABEZA
Las pugnas al interior del Partido Revolucionario Institucional, van en aumento, sus liderazgos conforme a la cercanía del proceso electoral entran en diversas disputas.
El enviado del Comité Ejecutivo Nacional, Fernando Charleston, tanto desconocimiento tiene del estado y sus formas de organización, así como de los regionalismos que es un factor más de divisionismo entre sus compañeros de partido.
La presidencia del PRI en Morelos de plano ni funciona, ni opera y solamente es un ente burocrático, que también sus “artes políticas” son nulamente efectivas, tanto que nadie las pela.
El sentimiento de los priístas es ya tener un Comité Directivo Estatal con liderazgos morelenses, que quieran al estado y no a intereses específicos y con capacidad de volver a unirlos, o cuando menos tener los espacios de reconciliación hoy perdidos.
La postura del enviado de Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional del tricolor, es de imponer un presidente, sin contar con la opinión de los morelenses y podría lograrlo sin tener el consenso de las bases.
Charleston en su corta estancia en Morelos más que ligar acuerdos logró disensos entre los militantes, su trabajo por la unidad y por lograr un cambio de dirigencia quedó en el olvido.
Es más, durante la visita de Enrique Ochoa raza privó más el ambiente de divisionismo, la pugna entre priístas y fue parte de lo que se vivió en el restaurante del hotel donde fue realizado el evento.
La pugna entre dos militantes destacó, así como el reclamarse viejas rencillas y salir ambos enojados del lugar, para después tratar de sonreír de manera forzada.
En la propia mesa del grupo Parlamentario del viejo partido había molestia, reclamos porque los diputados recibieron un trato indigno de Ochoa Reza e incluso del propio delegado.
No fueron los únicos, los presidentes municipales que fueron los encargados del acarreo también fueron dejados de lado y solamente Rodolfo Becerril Straffon y Fernando Charleston estaban considerados en la mesa de la convivencia.
No es para menos la molestia de los prístas porque los reclamos contra la dirigencia nacional y estatal del viejo y casi caduco instituto político estaban afuera del evento.
La base militantes de Cuernavaca, Temixco, Cuautla y otros municipios reclamó los oídos sordos de Ochoa Reza, del maltrato que ha tenido hacia la entidad y solamente tomarla como moneda de cambio, en el aspecto político-electoral.
A 16 años de que el Revolucionario Institucional dejó de ser gobierno, las “fuerzas políticas” han dejado de ser, ya no están los comerciantes, los campesinos y menos los obreros, como las mujeres y los jóvenes, todos brillaron por su ausencia.
En lo único que si coinciden los priístas morelenses, es en que se vayan de su dirigencia local Rodolfo Becerril Straffon y Fernando Charleston, por el bien y la unidad de su partido.
Sin embargo, en el edificio de Insurgentes Norte de la Ciudad de México hay un dirigente tecnócrata, que escasamente conoce de la política y la historia de su partido y quien solamente está por intereses de grupos.
El divisionismo del PRI es innegable, su capacidad de convocatoria cada vez va en disminución, aun y cuando el proceso electoral prácticamente ya está en puerta y pueden irse al cuarto lugar de las preferencias locales en el proceso del 2018, en caso de tener suerte.
Hay también quienes piden que Charleston sea reconvenido y expulsado del PRI, por ser uno de los principales allegados al ex gobernador y prófugo de la justica del estado de Veracruz, Javier Duarte.
Como ex tesorero del ex mandatario jarocho, aluden que Charleston también está implicado en los actos ilegales cometidos contra quien fue su jefe, de los que protegió como diputado federal.
La realidad del PRI en Morelos es innegable, es un partido sin cabeza y dividido, que llagará destrozado al proceso electoral del 2018, porque tampoco su dirigencia tiene la capacidad de ser una oposición seria en los pésimos momentos que vive el estado y al contrario está convertida en cómplice.