Amor al beisbol
29 Oct. 2016
Doña Macalota estaba en negligé. Había enfriado una botella de champaña y tenía en el estéreo música de Cole Porter y Jerome Kern con la orquesta de Andre Kostelanetz. Cuando entró su marido la señora bajó la intensidad de la luz, de modo que la habitación quedó en una penumbra incitadora. Don Chinguetas vio todo aquello y preguntó: "Dime la verdad, Macalota: ¿otra vez chocaste el coche?"... Babalucas les comentó en voz baja a sus compañeros de oficina: "Rosibel la secretaria tiene un amante griego". "¿Cómo lo sabes?" -inquirió uno. Contestó el badulaque: "Me enteré de que está en la cama con hepatitis"... La policía llegó a la casa de Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera. Le dijeron: "Tenemos información en el sentido de que anda rondando por aquí un maniático sexual". Respondió la señorita Celiberia: "Vengan mañana. Ahorita está tomando un baño de tina, y luego voy a darle de cenar"... El niñito les contó muy orgulloso a los invitados a la fiesta en su casa: "Mi papi es muy valiente. Cuando oye la sirena se pone su uniforme de bombero voluntario y sale a combatir el incendio. En cambio el vecino es tan miedoso que viene corriendo y se mete en la cama de mi mamá"... Voy a hablar ahora de Chicago y de Pepe Monterrey González. Pepe es persona amable y personaje amabilísimo. Cronista de beisbol, sabe todo lo que hay que saber acerca del Rey de los Deportes, y algo más. Conoce incontables anécdotas de peloteros, mánagers y directivos, y las cuenta con palabra amena o las escribe con elegante estilo. En días pasados presentó en mi ciudad su más reciente libro, la Historia de la Liga Mexicana de Beisbol. En el mismo acto la revista Beisbol en línea entregó reconocimientos a quienes en Saltillo han hecho algo por mantener la tradición de ese gallardo juego. Tuve el honor de contarme entre los recipiendarios. Mi placa dice: "Periodista, escritor, humanista, su pluma ha sido inspiración para los que amamos el beisbol. El apoyo que nos ha dado no conoce límites; su presencia ha sido indispensable en los grandes momentos que en Saltillo han tenido las Ligas del beisbol mexicano. Hoy agradecemos cada frase que Catón ha escrito sobre nuestro deporte. Por su amor al beisbol ¡muchas gracias!" Soy yo quien le agradece su generosidad a Pepe Monterrey González, y las valiosas aportaciones que ha hecho a este maravilloso juego que empecé a ver en el regazo de mi padre hace tres cuartos de siglo, y que aún sigo viendo, ahora con mi nieto menor en el regazo. Viví algún tiempo en Chicago, esa fría, cálida ciudad. La conocí guiado por John Brunetti, alumno mío en la Universidad Interamericana, maestro mío en la vida. John, italiano de origen, aprendió el español viendo películas mexicanas. Por eso hablaba como el Indio Bedoya, con acento amenazante: "¿Qué pasó, Fuentes?", decía con voz grave al tiempo que te miraba fijamente. Tú pensabas que después de eso te iba a sacar un machete o una pistola. Con él bebí largas tardes y morosas noches en el bar de The Palmer House, y con él fui muchas veces a ver a los Cachorros de Chicago en su estadio construido con chicle, el legendario Wrigley Field. Anhelo vivamente que tan glorioso equipo se sacuda la maldición que sobre él pesa, y que gane el gallardete. El equipo rival, Cleveland, tiene también su propia maldición, pero no es tan antigua como la de los Cubs. En estos días de Serie Mundial viviré otra vez la magia del beisbol. Lo dije antes y lo repito ahora: cuando esté viendo el juego, si me busca el Papa díganle que no estoy. (Y si me busca Peña Nieto díganle que no joda)... FIN.