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PUNTO Y APARTE

* MORELOS O “NORELOS”

Mi hermano Víctor (q.e.p.d) solía decir que “vivimos en Norelos, no en Morelos”. Y tenía toda la razón, pues la expresión favorita de muchísimos morelenses es “NO”. En las empresas de servicios aparece el fenómeno con empleados de la más modesta fonda hasta los meseros de sofisticados restaurantes, quienes suelen decir NO a las peticiones (razonables) de los comensales. Pero muchas veces, a lo largo de cuatro décadas de ejercicio periodístico, hemos comprobado la aplicación del sobrenombre “Norelos” al Estado de Morelos cuando constatamos y registramos la oposición sistemática a todo, si de construir nueva infraestructura se trata. ¿Conformismo, perverso diseño de estrategias políticas tendientes a desestabilizar y obstruir a los regímenes en turno, rechazo a imposiciones centralistas, freno o temor a la urbanización, existencia de comunidades locales más o menos estructuradas, nula socialización de los proyectos? Puede deberse a uno o a todos estos factores. Ejemplo de lo antes dicho es que sobre un tramo reducido de la autopista La Pera-Cuautla (dentro de la jurisdicción tepozteca) hay quienes han rechazado la ampliación de esa vía de comunicación, cuando la obra lleva un avance del 90 por ciento en el resto de su recorrido.

La falta de infraestructura es evidente en la entidad, pero siempre que los tres órdenes gubernamentales buscan consolidar proyectos, de inmediato surgen voces y acciones contrarias. Antes de continuar me referiré a lo que es la infraestructura, realización humana diseñada y dirigida por profesionales de arquitectura, ingeniería civil, urbanistas, etcétera, que sirven de soporte para el desarrollo de otras actividades y su funcionamiento, necesario en la organización estructural de las ciudades, comunidades y empresas. Es la infraestructura que durante varios sexenios se descuidó o abandonó en los 33 ayuntamientos de Morelos por diferentes causas, empezando por las penurias financieras.

El vocablo infraestructura es utilizado habitualmente como sinónimo de obra pública por haber sido el Estado el encargado de su construcción y mantenimiento, en razón de la utilidad pública y de los costos de ejecución, generalmente elevados. Comprende: la infraestructura de transporte terrestre (avenidas, carreteras o autopistas, líneas de ferrocarril y puentes); la aérea (aeropuertos con todos sus implementos); la energética: redes de electricidad (alta, media y baja tensión, transformación, distribución y alumbrado público); redes de distribución de calor (calefacción urbana); redes de combustibles (oleoductos, gasoductos, concentradoras, distribución); otras fuentes de energía (presas eólicas, térmicas, nucleares, etcétera); hidráulicas (redes de agua potable, embalses, depósitos, tratamiento y distribución); redes de desagüe (alcantarillado o saneamiento y estaciones depuradoras); redes de reciclaje (recolección de residuos, vertederos, incineradoras, etcétera); infraestructura de telecomunicaciones (telefonía fija); redes de televisión de señal cerrada; repetidoras, fibra óptica y celdas de telefonía celular; y la infraestructura de usos (vivienda, comercio, industria, salud, hospitales, educación, colegios y universidades, recreación parques y jardines). A Cuernavaca y otras regiones morelenses les urgen dichas infraestructuras para mejorar su competitividad nacional, pero cuando hay avances surge el sabotaje político con el objetivo de destruir al contrario, a veces mediante el “fuego amigo”. Lo partidario o político aparece siempre.

En el caso concreto de Cuernavaca su escasa modernización se realiza a regañadientes. No han sido pocos los presidentes municipales víctimas del “fuego amigo”, mientras en toda la ciudad el paisaje social se deteriora. Y tampoco son escasos los morelenses que luego de visitar otros estados señalan nuestros rezagos e insuficiencias y hacen las odiosas comparaciones. Tras viajar a Querétaro, Aguascalientes, Guadalajara, San Luis Potosí, Mérida y otras distinguidas ciudades mexicanas, los oriundos o avecindados de Cuernavaca exclaman: “¿Por qué estamos tan atrasados?”. La respuesta es multifactorial, pero ahora debo destacar el factor cultural mencionado a lo largo de esta columna: en Morelos existe la tendencia a decir “NO” a todo.

Es así como quiero informar lo siguiente. El Primer Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Penal y Administrativa del 18º. Circuito del Poder Judicial de la Federación, resolvió el recurso de revisión 299/2016, mediante el cual determinó confirmar lo resuelto en el Juzgado Primero de Distrito, para sobreseer el juicio de amparo 1466/2013 interpuesto en contra de los trabajos de ampliación de la Autopista La Pera-Cuautla. En Sesión, el Tribunal Colegiado ventiló el Recurso de Revisión 299/2016 interpuesto por la parte inconforme con las obras y se confirmó la resolución previa emitida. Asimismo, consideró que se actualizaba una nueva causal de improcedencia, consistente en la falta de acreditación de un interés legítimo, es decir no demostró la parte quejosa un agravio cualificado por la especial posición de los quejosos frente al ordenador jurídico de los actos reclamados.

Lo anterior abre la posibilidad para que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) reinicie los trabajados de ampliación de la Autopista La Pera-Cuautla, en el tramo Tepoztlán, que fueron suspendidos de manera temporal en agosto de 2013, en el juicio de amparo 1466/2013. En octubre de 2015 la Justicia Federal sobreseyó dicho amparo; y la parte inconforme interpuso los recursos de Revisión 299/2016 (ya resuelto) y de Reclamación 81/2016. Así las cosas, el gobernador Graco Ramírez informó a la sociedad morelense, a través de su cuenta de Twitter, la importante decisión de la justicia federal. Escribió: “Se acaba de resolver a favor de la mayoría de los tepoztecos. Es improcedente la revisión y se sobresee el amparo. Habrá autopista”. Por su parte, Matías Quiroz Medina, secretario de Gobierno, subió este tuit: “Revisión 299/2016 confirma y sobresee. La Pera/Cuautla. Lo cual permitirá al gobierno federal continuar la obra en favor de miles de morelenses y mexicanos que visitan nuestros principales atractivos turísticos, además de salvaguardar la integridad y seguridad en esta vía”.

Conclusión: lo jurídico, interpuesto por un reducido grupo de tepoztecos, quedó debidamente resuelto… en su contra, pero como vivimos en “Norelos” es posible la reaparición de los eternos inconformes, quizás manipulados mediante el “fuego amigo”. Un ejemplo de lo anterior ha sido la frecuente aparición del senador perredista Fidel Demédicis en Huexca, donde la obra de la termoeléctrica lleva un 99 por ciento de avance. Ese legislador federal ha buscado sabotear tan importante obra de la Comisión Federal de Electricidad, apoyado por personeros al servicio de la Rectoría de la UAEM. Y quizás volverán a salir en Tepoztlán para llamar la atención de la opinión pública. A ver.

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