EL MORELOS SANGRIENTO, CORRUPTO Y ABANDONADO
En Morelos, sus habitantes viven sus peores momentos en materia de inseguridad pública, solamente en el mes de octubre, 50 personas fueron asesinadas y no hay un solo detenido porque hace falta una autoridad y quien dice ser el gobernador la mayoría del tiempo está en el extranjero, o bien planteando una campaña electoral ficticia para ser candidato presidencial cuando por él solamente votarían los cinco integrantes de su familia.
La salida de Graco Ramírez del gobierno estatal como la de Jesús Alberto Capella Ibarra de la Comisión Estatal de Seguridad Pública es urgente, ambos más que un par de fracasados son un fraude para la sociedad.
Hay muchas gotas que han derramado el vaso en la entidad por los constantes asesinatos de jóvenes, mujeres y adultos, como también de estar en cautiverio más de 20 personas que han sido secuestradas en el pasado mes y que hoy hay sacerdotes y profesionales en negociaciones, cuando menos para que respeten la vida de menores de edad, jóvenes y adultos mayores.
Ya la Presidencia de la República debe dejar de lado su postura de apoyar un personaje que causa daño a todo un estado, Graco Ramírez y su familia en Morelos están de sobra como el mismo Jesús Alberto Capella Ibarra y sus compinches.
Su permanencia en el estado causa repudio, deja en entredicho el Estado de Derecho y, por si fuera poco, forma parte de la complicidad que es presumida en la sociedad entre autoridades con la delincuencia organizada.
El asesinato de cuatro jóvenes universitarios, se suman a las más de cuatro mil personas ejecutadas en la entidad solamente en el gobierno de Graco Ramírez, quien prefiere tener fuera de la entidad su domicilio y con ello pretender dejar de escuchar los gritos de una sociedad que también exige su inmediata renuncia al cargo.
Sin embargo, el apoyo del gobierno federal en los casos de impunidad y omisiones en que cotidianamente incurre la administración graquista deja en riesgo la integridad física, moral y ética de más de un millón 800 mil habitantes.
A eso le sumamos la soberbia, prepotencia y valemadrismo del comisionado Estatal de Seguridad Pública, Jesús Alberto Capella Ibarra, quien ha sido informado, de manera oportuna, sobre un mapa criminalista en toda le entidad, hecho por todos los sectores sociales y otorgado, pero sin tener una sola respuesta del mismo.
A cambio, la cerrazón del comisionado con la sociedad es lo que prevalece, incluso su autoridad sobre pasa los límites legales y actualmente mantiene un silencio que no es por “imagen personal”.
Al momento, en los más de 400 pueblos de Morelos, como se decía en los tiempos de un gran gobernador como lo fue Lauro Ortega Martínez, sus habitantes han conformado autodefensas vecinales, en las que el fracasado Mando Único quedó de lado y la sociedad prefiere hacer justicia por mano propia.
En el epicentro del estado que es donde están ubicados los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), que es el primer cuadro de Cuernavaca, extraoficialmente hay asaltos a comercios, transeúntes, transporte y camiones repartidores de diversos productos.
El robo de autos crece y son los propios locatarios quienes advierten a los conductores estar en vigilancia de sus bienes, porque quizá al regresar ya no encuentren sus unidades.
No es lo único, también hay “levantones” o secuestros, cobro de piso a comerciantes, extorsiones al por mayor y amenazas hacia personas de la tercera edad cuando acuden a los cajeros para cobrar sus pensiones.
Esto es Morelos, su realidad en el gobierno de Graco Ramírez supera todo tipo de ficción y por ello sus habitantes consideran que ya es necesario conformar un gobierno de reconciliación, de trabajo y de unidad que no sea para los intereses de los partidos políticos.
Hoy, los habitantes dan gracias porque lo único que no se ha robado la familia del gobierno estatal es la primavera, que todavía perdura en la entidad y que forma parte de su gran clima.
El silencio de la iglesia católica y de la Universidad Autónoma del Estado, así como de la sociedad no es porque haya agachados ni conformismo, sino que forma parte de una gran protesta que no podrá pararse en los próximos días.
Las campañas de desprestigio del gobernador Graco Ramírez a través de sus escribanos ya no hacen daño, solamente causan un gran enojo y ojalá ahora que regrese al estado sea para pedir licencia y llevarse con él a su principal cómplice, Jesús Alberto Capella Ibarra, por bien del estado. ¡Reflexiónelo, señor Ramírez!