Graco tiene candidato 2018: es Javier Bolaños
En aras de mantener los mega-negocio-proyectos, por una parte, y el de acceder a ellos, así como de establecer los propios, por la otra, el desgobernador Graco Ramírez y el líder de la Cámara baja del Congreso de la Unión, Javier Bolaños, parecen haber establecido un objetivo común: pactar la sucesión 2018. Por tanto, Graco ya tiene candidato.
¿Elementos en común entre el sedicente mandatario de izquierda y el porteño que viste de azul? Veamos:
1.- Ninguno es de Morelos. El primero es de Tabasco y el segundo es de Veracruz.
2.- Ambos arribaron a la entidad para ya no irse jamás, porque encontraron tierra fértil para sus ambiciones.
3.- La red de ambiciones y negocios construidos han sido su característica, su constante y causa común.
4.- Ambos tienen cuentas pendientes y manejos oscuros: el desgobernador no de ahora, pero particularmente con el empréstito por casi tres mil millones de pesos que le aprobaron. Bolaños es protagonista del adeudo en el Congreso local que aún no ha sido aclarado.
5.- Están acostumbrados a despacharse con la cuchara grande en cualquier posición. Del Graco-Duarte es secreto a voces de todo lo que se ha apropiado. De Bolaños, su “sacrificio”, su “desprendimiento” a favor de Morelos y de la patria se ve reflejado ampliamente, como los 67 mil 515 pesos que recibirá por atención ciudadana (¿cuál?) y para personal en su Distrito, eso al margen del modesto aguinaldo de 140 mil pesos, independientemente de los recursos por presidir la Cámara de Diputados y lo que eventualmente y al margen de lo confesable se embolse por aprobar los presupuestos 2017.
Ahora bien: ¿por qué Graco elige a Bolaños como sucesor?
-El tabasqueño sabe que el PRD está en el inframundo y que ninguno de sus entenados, hijos putativos y subordinados tiene el peso para llegar a la gubernatura, y porque todo aquello que tenga el tufo de Graco será defenestrado totalmente por la sociedad.
-Si el Graco-Duarte pacta con Bolaños, es porque son de la misma calaña y que los mueven las mismas ambiciones, forma de conducirse y puede darse el mutuo entendimiento.
-¿Qué buscaría el desgobernador perredista del suspirante en campaña del PAN al darle el espaldarazo como sucesor? Mucho: recursos para seguir disponiendo de ellos a placer en 2017 y 2018 vía el legislador federal; cubrirse, a través de él, tanto del juicio político en el Congreso de la Unión, como de la opacidad que caracteriza al gobierno actual y la continuidad de sus meganegocios y, en pocas palabras, garantizarse la impunidad decretando sucesor.
-¿Qué ofrecería a cambio el Graco-Duarte? Primero, poner en el PRI un candidato débil, acaso al misógino al que ya llamó a sus filas; apoyo a su candidatura al interior del PAN; el voto del perredismo del que es dueño; con la reforma electoral, negociada en un Congreso local hincado, un órgano a modo para que obtenga el triunfo a como dé lugar y, eventualmente, no convertirse en la piedra en el zapato que fue para Jorge Carrillo Olea, Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo.
Pues bien, negocios en común y en lo individual.
Pero no es así de simple. Hay que preguntarse:
1.- ¿El perredismo se agachará para que el desgobernador se salga con la suya y garantice su futuro empresarial con Bolaños, desplazándolos? ¿Qué será de la legión de parásitos que deja, más allá de la impunidad, sin posiciones políticas, porque las plurinominales no alcanzan para todos?
2.- ¿El PAN aceptará que Bolaños haya pactado la sucesión 2018 con el Graco-Duarte, pasando por encima de su militancia y su Comité Ejecutivo Estatal? ¿Y las distintas corrientes que lo integran también?
3.- ¿Los priistas aceptarán que el misógino, con el respaldo del Graco-Duarte, sea el único capaz de comprar la candidatura?
Y más aún: en el colmo del cinismo y el descaro: ¿PAN y PRD irán en alianza con Bolaños impuesto como candidato por el Graco-Duarte?
No olvidemos que el tabasqueño presume de poner de acuerdo ($) a todos.
Lo cierto es que la campaña de Bolaños ya comenzó, y es demasiado casual el acaramelamiento, la luna de miel, en el trato del veracruzano con el Duarte que desgobierna Morelos.