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SERPIENTES Y ESCALERAS

La publicidad se observa en distintos estados del país, está en anuncios espectaculares en el periférico de la Ciudad de México, también en varios aeropuertos y en autobuses de transporte público de la zona metropolitana. La idea es promocionar a Graco Ramírez en un último intento por meterlo a la carrera presidencial. La fórmula es vieja y a veces funciona; hoy la usan al mismo tiempo Graco Ramírez y Rafael Moreno Valle.

 

La última campaña de promoción nacional así lo dice: Graco Ramírez Transforma Morelos. Los anuncios colocados en varias partes de la república mexicana muestran el rostro alegre y maquillado de un gobernador que dice haber rescatado al estado del oscurantismo para colocarlo en la cima del desarrollo y la paz social. Morelos ya no es un narcoestado, se acabó la violencia, la gente vive en paz y el gobierno actúa con absoluta transparencia, presume el tabasqueño. La gente opina distinto.

En Morelos hay muchos problemas, añejos varios de ellos; algunos provocados por otras administraciones y otros consecuencia de situaciones de carácter regional o nacional. La inseguridad que padecemos quienes aquí vivimos se arrastra desde hace al menos dos décadas, se incrementó hace seis años y se ha agudizado en los últimos tres.

Por su ubicación geográfica nuestra entidad es paso natural de muchas cosas, desde turistas que viajan de la capital al puerto, hasta la droga que se produce en otras entidades y cruza por aquí para llegar a su destino final. Este último hecho provoca la entrada y salida de grupos delictivos que han encontrado en esta tierra un lugar propicio para delinquir.

Paradójicamente Morelos es un lugar cercano y a la vez lejano al gobierno federal. A pesar de estar a 40 minutos de la capital del país, por la indiferencia que hay hacia lo que aquí ocurre pareciera que la tierra de Zapata se ubica muy lejos del lugar donde se toman la mayoría de las decisiones políticas del país.

Los últimos cuatro años han pasado muchas cosas en Morelos, la mayoría de ellas terribles. En este sexenio Morelos se ha hundido en la inseguridad, se ha agudizado la violencia, se han multiplicado las inconformidades sociales, aumentó el desempleo, se multiplicó la corrupción, creció la impunidad y la deuda estatal alcanzó niveles que no tienen precedente.

Nunca como ahora se había visto a un gobierno tan alejado de los ciudadanos y a un gobernante tan ausente. Marco Adame viajó muchas veces al extranjero, siempre acompañado de su esposa y todas las ocasiones por motivos absurdos; ninguno de los viajes internacionales del panista dejaron algo bueno a Morelos y si, en cambio, representaron un enorme gasto para las arcas morelenses. Hoy Graco también ha superado ese récord.

Lo que pasa en Morelos no es normal: el gobernador vive una realidad inexistente, gobierna con mentiras y actúa de forma patológica. Desde el gobierno el PRD ha hecho cosas que nunca se habían visto: se confrontó con la iglesia, con la universidad, con campesinos, maestros, médicos, grupos sociales, con organizaciones de profesionistas y grupos empresariales.

En materia política también hay situaciones que llaman la atención: el gobierno del PRD no busca la gobernabilidad, quiere el control absoluto de las instituciones. El congreso es manejado por Graco a través de su hijo y los integrantes de la legislatura aceptan esa situación sin oponer resistencia; incluso aquellos que en otro tiempo fueron críticos o recibieron agravios personales de éste régimen hoy se notan cómodos con una situación que los hace ver mal frente a la sociedad, pero les genera buenos dividendos personales.

El rumbo de Morelos es peligroso; lo que puede venir en el futuro cercano es lo mismo que hoy vemos en Veracruz. Allá igual que aquí el gobernador abusó de las instituciones, las pervirtió y sometió absolutamente a la clase política. Duarte y Graco endeudaron de manera escandalosa a sus entidades, permitieron la operación de grupos criminales, se coludieron con la delincuencia, se pelearon con la sociedad y pusieron a su familia al frente de los negocios. Hoy el puerto está quebrado y su gobernador prófugo; la misma historia se repite en la tierra de Zapata.

La transformación que presume Graco en sus anuncios existe, pero no es en positivo. Morelos es un estado sumamente lastimado, con gobiernos municipales quebrados, una administración estatal sin rumbo y un mandatario obsesionado en ser candidato presidencial. Los pocos recursos que tiene la entidad se han dilapidado en ocurrencias y ello tiene consecuencias en la economía local: Morelos vive una muy fuerte recesión económica y los ciudadanos padecen una de las peores crisis de la historia.

Hacia delante las cosas no pintan mejor; el gobernador vive en una realidad distinta a la del resto de los ciudadanos y la clase política fomenta esa actitud: su partido avala todas y cada una de las acciones que toma y la oposición (de chocolate) se queja en silencio, a veces critica, pero siempre apoya las ocurrencias gubernamentales. Imposible que la situación mejore cuando quienes están al frente de las instituciones están convencidos de que las cosas van bien.

En este momento Graco tiene el control de las instituciones y también de la clase política. Su última campaña “Transforma Morelos” es el reflejo de su obsesión y la muestra de su locura: en el exterior se habla de un estado en bonanza y aquí se sufren las consecuencias de un gobierno represor.

Lo que sucederá en el 2018 en Morelos se está escribiendo desde ahora, las campañas publicitarias y la complicidad de la clase política maquilla la realidad, pero no cambia las cosas; los ciudadanos que van a votar saben qué es lo que realmente sucede en el estado, conocen a quienes han actuado de manera incorrecta e identifican a los que protegen al gobernador y a su familia.

La propaganda del tabasqueño y el silencio de los políticos puede ayudar a mantener el control momentáneo de las cosas, pero no modifica el sentimiento y la opinión que los ciudadanos tienen de esta administración.

Los votos del 2018 serán para quien prometa meter a la cárcel a Graco y a su familia. Esa sí sería una verdadera transformación en Morelos.

  • posdata

Frente a los últimos incidentes violentos en Morelos algunos personajes de la política se han apurado a defender al gobernador y a su estrategia de seguridad. Más interesados en quedar bien con el jefe que en analizar la situación, esos actores de poder alzaron la voz desde la tribuna del congreso en una especie de expiación política.

“Graco hace su mejor esfuerzo… los gobiernos que vienen deben continuar la estrategia de seguridad actual… la delincuencia no es culpa del gobierno… el gobernador se preocupa y se ocupa de combatir la delincuencia… “

Lo que no reflexionan estos hombres es que la situación que se vive en Morelos ha rebasado a los políticos y también a las instituciones. Nuestra tierra enfrenta un serio problema de violencia que se mezcla con la desconfianza de la gente en sus autoridades. No es cosa de culpar a un gobernador o descalificar una estrategia, sino de entender la desesperación social por un problema que no mejora y el enojo por la criminalización de las víctimas de la violencia.

La mayoría de los ciudadanos saben que Graco Ramírez no es quien provoca la violencia, pero también saben que su gobierno es el responsable de atender ese problema. La paciencia social se agotó no sólo porque las expectativas que creo este gobierno fueron altas, se acabó porque a la par de ello el régimen perredista se encarga todos los días de pelearse con los ciudadanos.

La defensa desde tribuna a Graco no sirve de nada, salvo para mostrar una vez más de qué lado están los políticos. Para algunos estas expresiones forman parte de la cuota partidista que deben pagar por pertenecer a las mismas siglas que el gobernador; para otros es la ofrenda pública ante el temor de una persecución personal por pecados cometidos en el ejercicio de gobierno.

Si en lugar de aplaudir la estrategia de seguridad y santificar a Graco los políticos impulsaran un ajuste a la estrategia de seguridad y en el manejo político y de comunicación del gobierno, las cosas mejorarían para todos.

El problema no es sólo que el plan de seguridad no ha dado los resultados prometidos, lo grave es que los ciudadanos de Morelos ya no confían en las autoridades ni en la clase política.

  • nota

Los mensajes que recibe son, en su mayoría, ofensivos. Hay reclamos, aclaraciones, acusaciones y muchas maldiciones. Es la cuenta de Twitter de Graco Ramírez, esa que repentinamente comenzó a sumar seguidores por miles y por miles también tuvo que bloquear a quienes le recriminan su forma de actuar y sus comentarios en las redes sociales.

Graco es un gobernador tuitero, le encanta esa herramienta de comunicación y cuando sus asesores lo dejan, la usa libremente. Es en esos espacios donde el tabasqueño ganó fama en campaña y también desde comenzó su debacle como gobernante. En el TimeLine el perredista ha dejado plasmada su personalidad y sus cambios de humor; ahí también nos ha proporcionado varias perlas tuiteras, como el saludo a Michelle, sus chistes de mal gusto, sus arranques coléricos o sus debates epistolares con diversos personajes de la vida pública.

El gobierno de Graco Ramírez invierte muchos millones de pesos en el manejo de las redes sociales, hay un equipo especial que se dedica a atender estos espacios y crea cuentas fantasma desde las cuales atacan a los críticos y aplauden las ocurrencias del gobernador.

Al principio muchos se asustaban cuando los troles atacaban; hoy esa práctica no intimida a nadie y por el contrario, el tuitero común los ha identificado como los Gracobots.

A pesar de los miles de seguidores falsos y la millonaria inversión en redes sociales, la estrategia digital de Graco Ramírez es un fracaso, lo mismo que su plan de comunicación institucional. El gobierno estatal no comunica, no empata con los ciudadanos, ni logra posicionar sus ideas. Cada vez que el mandatario lanza un tuit o su equipo promociona una idea, le llueven críticas, ofensas y agresiones; el último ejemplo es la campaña Transforma Morelos. No hay en este momento en Morelos un personaje tan repudiado como el gobernador tabasqueño.

La falla en la estrategia de comunicación de este gobierno tiene dos puntos clave: la gente no cree ni confía en Graco y su equipo de prensa es ineficiente.

El desprestigio del gobierno de Nueva Visión será una pesada losa para los candidatos del PRD en las elecciones del 2018. Ya lo es desde ahora.

  • post it

En el Morelos de las ocurrencias todo puede pasar. En este gobierno caben las esposas, las ex esposas, las novias, los amigos, los socios, los compadres.

En el Morelos del PRD se construyen estadios de fútbol sin estacionamiento, se remodelan plazas sin botes de basura y dan contratos millonarios a ex cadeneros de discotecas.

En el Morelos de la nueva visión las ocurrencias se vuelven realidad y hasta las cosas más extrañas pueden suceder.

En el Morelos de Graco, Alberto Barona quiere ser notario y para ello se modificaron los reglamentos y se piden constancias falsas a los fedatarios públicos.

Todo pasa hoy en Morelos.

  • redes sociales

La campaña “Transforma Morelos” que promociona al gobernador Graco Ramírez en varios puntos del país ha llamado la atención de muchas personas, pero de forma negativa. Los comentarios en redes sociales son muy duros hacia el perredista, cuestionan la realidad que presume y el costo de la publicidad que se ve en autobuses y anuncios espectaculares.

¿Cuánto dinero habrá destinado el gobierno de nueva visión a esta nueva campaña de publicidad?

¿Para qué seguir gastando recursos públicos si es claro que Graco Ramírez NO va a dejar el gobierno de Morelos?

Comentarios para una columna sonriente: eolopacheco@elregional.com.mx

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