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VIDA POLÍTICA

 MATÍAS QUIROZ, EL INFLUYENTE HOMBRE DE ESTADO QUE APADRINA A PRESUNTOS DELINCUENTES

La impunidad es uno de los delitos que más afecta el Estado Mexicano y en Morelos lo vivimos de manera cotidiana, por el tráfico de influencias en una Fiscalía General del Estado que -lamentablemente- es una institución dependiente de las venganzas políticas del Ejecutivo.

En el año de 1998 el diputado local Fernando García Gómez, del Partido de la Revolución Democrática, en la tribuna asumió que al ministerio público local o federal pueden cambiarle mil veces el nombre, pero jamás su esencia corruptiva o de lealtad social.

Fernando García Gómez lamentó que la entonces Procuraduría General de Justicia solamente servía a los intereses del gobierno estatal, cuando vea que su partido en el gobierno hace y deshace del ministerio público la ley y la viola entonces su postura sería de darse un balazo en la sien.

Lo anterior queda como ejemplo con el asesinato de cuatro jóvenes universitarios en donde con bombo y platillo anuncia la detención de cinco presuntos asesinos y solamente tres son puestos a disposición de la administración de la justicia.

Hace una semana, cuatro adolescentes fueron asesinados presuntamente por un accidente vial en la comunidad de Ticumán, en el municipio de Tlaltizapán, de los que la Comisión Estatal de Seguridad Pública, en la tarjeta número 6698 están relacionados con la delincuencia organizada.

Conforme a la primera información los detenidos de ilícito son: Luis “N”, Carlos “N”, Iván “N”, Sergio “N”, y Óscar “N”; sin embargo, al presentar a todos hay dos que fueron “zafados” de la ley por tener lazos familiares con el secretario de Gobierno, Matías Quiroz Medina.

Los dos presuntos delincuentes que tienen relación con el secretario de gobierno son: Sergio “N” o “El Chuntaro” y Óscar “N” conocido también como “La Mosca”, ambos relacionados con el grupo delincuencial “Los Rojos”.

Conforme a las versiones periodísticas y de los familiares de las víctimas el fin de semana pasado al ser detenidos los supuestos asesinos, a la Fiscalía Regional de la zona sur llegó Matías Quiroz, de ahí salió y regresó a su domicilio particular.

El domingo pasado, por información de familiares pudo conocerse que de seis a cuatro presuntos asesinos de los jóvenes fueron aprehendidos en la comunidad de Ticumán, en el municipio de Tlaltizapán, por el escándalo en una fiesta particular, pero nunca por una investigación.

Hoy, se sabe que hay un video y fotografías otorgadas de manera muy personal hacia ciertos medios de comunicación -por su importancia-, pero todavía los alumnos preparatorianos de Jojutla exigen conocer qué pasó con los ahijados de Matías Quiroz Medina.

Y es que Sergio “N” o “El Chuntaro” y Óscar “N” o “La Mosca” están relacionados, según la Fiscalía, en el cuádruple asesinato y no fueron puestos a disposición del juez oral correspondiente.

El tráfico de influencias de Matías Quiroz Medina es evidente, pero no es lo único en un asunto que quizá no pasaría al nivel internacional como un asesinato cuádruple; sino como un ejemplo más del gobierno de Graco Ramírez ligado a la delincuencia organizada como lo manejó el diario español El País en enero del 2014.

Pero “El Chuntaro” como “La Mosca” hoy están libres y gracias al doctor de Milpa Alta, porque desde el sábado pasado trabajó por su libertad y a pesar de los policías del Mando Único como los de la Fiscalía General la ley está por debajo de la misma.

Pronto cada morelense tendrá la presencia del Chuntaro como el de La Mosca en su casa, pero no se preocupen por denunciar debido a que los chamacos tienen un gran padrino y los sacara de sus “apuros”.

Por lo pronto, en cada familia morelense debemos tener una preocupación de alto nivel, porque los ahijados de Matías Quiroz Medina pueden actuar en cualquier momento.

El secretario de Gobierno dejó de ser un hombre confiable y estar bajo investigación, en asuntos delictivos de gravedad y delincuencia organizada no por sus ahijados, sino por cuestiones hasta personales.

Matías Quiroz Medina es hoy un personaje sin credibilidad personal y política, porque dejó de ser el “hombre” de las confianzas y queda simplemente como un “hombre de Estado”.

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