Aberrante
He aquí una tierna historia de amor. La luciérnaga y el ciempiés hembra eran amigas. Se casaron el mismo día con sus respectivos novios, y juntas las parejas fueron de luna de miel. Al día siguiente las dos hembritas se reunieron. La luciérnaga le preguntó a su amiga: "¿Cuántas veces te hizo el amor el ciempiés anoche?" "Una vez" -respondió. "¿Una vez nomás? -se burló la luciérnaga-. Mi marido me hizo el amor a mí tres veces, y eso que le pedí que apagara la luz". Explicó, humilde, la hembra del ciempiés: "Es que ustedes no tardan tanto en quitarse los zapatos"... Un sacerdote y un rabino tenían buena amistad, y fueron a comer en restorán. El cura quiso embromar a su colega: "¿Cuándo comerás carne de cerdo?" Sonriendo le contestó el rabino: "En tu banquete de bodas"... La linda secretaria Rosibel le dijo a su compañera Dulciflor en la fiesta de la oficina: "Don Algón debe andar bien borracho. Se llevó al cuarto del archivo a su esposa"... Ahora hay quienes dicen que el presidente Peña Nieto y Luis Videgaray fueron visionarios cuando invitaron a Trump a venir a México. Yo no lo veo así. En su momento tal invitación fue una supina necedad: no invitas a tu casa a quien le hizo agravio e injurió a tu familia. La indignación que provocó la visita del magnate fue tal que el autor de la iniciativa de invitarlo hubo de renunciar al cargo que ocupaba, y Peña Nieto debió deshacerse en explicaciones para justificar su desastrada acción. El hecho de que Trump haya sido electo Presidente no cambia las cosas. Una pendejada es siempre una pendejada, si me es permitida la perogrullada. El triunfo de ese hombre no da la razón a quienes lo invitaron a venir acá, ni alterará un ápice los prejuicios del norteamericano ni los planes que tiene contra México y los mexicanos, de los que se ha declarado enemigo una y otra vez. Decir que la invitación que Peña Nieto le hizo a Trump será favorable al interés de nuestro país, a los mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos y a quienes buscan emigrar allá, es tan aberrante como afirmar que la circunstancia de que los dos mandatarios usen copete augura una armoniosa relación entre las dos naciones. A pesar de la obsequiosa actitud del presidente mexicano Trump nos va a joder. De hecho se dispone ya a lanzarnos la primera piedra de muchas que luego seguirán. Sin mengua de las formas diplomáticas Peña Nieto debe preocuparse más por prevenir los daños que de la malquerencia del nuevo Presidente pueden derivar para nosotros que de congraciarse con ese individuo que sólo nos mira para ponernos en la mira. Y ya no digo más, porque estoy muy encaboronado... En el barrio vivía una pareja de casados que en cinco años de matrimonio no habían conseguido tener un hijo. Cierto día la señora creyó hallarse en estado de buena esperanza, pues su vientre empezó a crecer. Llenos de ilusión fueron los esposos a la consulta del doctor Wetnose, ginecólogo. Después de un breve examen el facultativo los desengañó: aquella inflamación era puro aire. "Lo peor de todo -comentaba después el esposo, mohíno- es que ahora los chiquillos de la colonia me dicen: 'Se me desinfló una llanta de mi bicicleta, señor. ¿Me hace el favor de inflármela con su ésta?'"... Don Leovigildo Garriles, pilar de la comunidad, se quejaba amargamente de lo injusto que es el mundo: "Fundas una empresa exitosa. ¿Te dice la gente 'el empresario Garriles'? No. Con frecuencia haces donativos para obras de caridad. ¿Te dice la gente 'el filántropo Garriles'? No. ¡Ah, pero que no te vean besándote con un muchacho, porque hasta el fin de los tiempos serás 'el puto Garriles'!"... FIN.