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Serpientes y escaleras - Javier, Guillermo… y Graco

La impunidad en México es enorme, pero a veces la presión ciudadana obliga a las instituciones a actuar. Javier y Guillermo se sentían confiados y seguros, por eso actuaban con prepotencia y sin miedo. Hoy las cosas son distintas.

 

Igual que Javier Duarte, Guillermo Padrés fue un gobernador arrogante, jactancioso del poder que tenía y displicente con sus familiares y amigos. El periodo de gobierno de ambos, lo detallan indistintamente articulistas de ambas entidades, fue una época de terror para los habitantes de esas regiones: la sociedad se dividió, el ejercicio de poder provocó enconos muy profundos y la mala administración hundió a esas entidades en crisis económicas muy severas que llevará muchos años remediar. Lo mismo está sucediendo en Morelos.

Hay momentos en la vida de un político que cíclicamente se repiten, dependiendo de la circunstancia en la que se encuentran. Cuando buscan el apoyo ciudadano los hombres y mujeres de poder son amables, tolerantes, incluyentes, humildes y están atentos de los acontecimientos sociales, por pequeños que estos sean. En campaña los políticos abrazan, conviven con las personas, escuchan a todos y siempre tienen tiempo para acudir a las invitaciones que les hacen sus representados. Lo más importante, dicen, es lo que piensen y digan los ciudadanos.

Una segunda etapa es cuando tienen el poder. Entonces vemos la otra cara de la moneda: dejan de escuchar, su agenda se llena y al ciudadano le resulta muy difícil, casi imposible, volver a encontrarse con ellos. En ese momento no queda nada de la humildad de campaña, se vuelven arrogantes, excluyentes y cambian la perspectiva: la opinión ciudadana ya no es la más importante, se deben a su partido o al gobierno que representan.

Pero hay una tercera etapa que invariablemente acompaña a las figuras públicas: el ocaso del poder. Nada es para siempre: por mucha fuerza política o económica que tengan esos personajes, a la vuelta del tiempo esto se acaba y viene el cobro de facturas. Para algunos esta situación se vuelve crítica, angustiante y muchas veces trastoca definitivamente su forma de vivir; les roba la tranquilidad, destruye a su familia y eventualmente les priva de la libertad. Así como el poder y el dinero cambia sustancialmente a los políticos, la pérdida de estos elementos los vuelve locos y los convierte en presa de sus propias historias.

Lo que vemos en los casos de Guillermo Padrés y Javier Duarte es un claro ejemplo de ello: ambos personajes gobernaron sin tomar en cuenta a la sociedad, abusaron del poder, lucraron con los recursos públicos y violaron recurrentemente la ley. Por años pensaron que el cargo era eterno y que la complicidad política les libraría del brazo de la justicia; lo que no tomaron en cuenta es que los tiempos cambian y aunque la impunidad sigue siendo enorme en nuestro país, la presión social puede llegar a ser tan fuerte que obliga a las instituciones a actuar.

En Veracruz y en Sonora los gobernadores utilizaron el mismo modus operandi: la familia. A través de consanguíneos los gobernadores armaron una red de operación económica que se hizo cargo de los negocios del estado: Obras, contratos y proyectos pasaban siempre por los escritorios de las esposas y de los hijos de los gobernadores; ahí se decidían las inversiones y se canalizaba el gasto público. La red comenzaba en la familia, pero se ampliaba a través de amigos colocados en puestos claves desde donde se asignaban las obras, se entregaban los contratos y se orientaban los concursos. Era, según ellos, la estructura perfecta.

Lo que ninguno de los dos gobernadores tomó en cuenta fue el enorme deterioro social que provocaban sus administraciones. En Sonora y en Veracruz se prostituyó el ejercicio de gobierno, se actuó a contrapelo de la sociedad y se impuso la voluntad del mandatario como si se tratara de un rey. La gente se enojó, se expresó en las redes sociales y luego en las urnas; pasado el periodo dorado de ambos personajes al gobierno federal no le quedó más que actuar contra ellos, porque el malestar social era inocultable y podría derivar en problemas mayores.

En los dos casos (más marcado en Veracruz) el problema social derivó en un incremento sustancial de la inseguridad y la violencia: diversos grupos delictivos se instalaron en la plaza y la corrupción del gobierno fue la puerta de entrada para los cárteles de la droga. El escenario se complicó: mientras la familia del gobernador saqueaba las arcas públicas, la delincuencia organizada tomaba el control de las instituciones y lastimaba a la sociedad.

El problema no fue sólo la corrupción (aunque es el principio de todo), sino la manera tan arrogante de ejercer el poder. En Sonora Padrés decidía unilateralmente las cosas, imponía su voluntad, ignoraba los reclamos ciudadanos y se reía de las críticas. Malnacidos, llegó a llamar el panista a sus críticos y siempre, a lo largo de su gobierno, se jactó de ser una figura fuerte en su partido y de tener el respaldo nacional para salir adelante.

Javier Duarte actuó igual. Desde aquella ocasión que el presidente Enrique Peña Nieto, su amigo personal, lo puso como ejemplo de la nueva generación de políticos en México, el regordete mandatario actuó con más soberbia que ninguno de sus antecesores. Duarte se sentía precandidato presidencial, se movía en la política nacional y constantemente aparecía al lado del jefe de la república.

Fueron muchos millones de pesos los que el veracruzano aportó a la campaña presidencial y muchísimos más los que a lo largo de varios años utilizó para posicionar su figura a nivel nacional. Duarte cuidaba su imagen en el centro del país, hacía política nacional y olvidó por completo la gobernabilidad de su estado. A la vuelta del tiempo las cosas se le fueron de control, los problemas locales estallaron y todo el dinero invertido en querer ser candidato presidencial se fue a la basura. Hoy está prófugo de la justicia y pronto estará tras las rejas.

Los primeros pasos en la caída de Padrés y Duarte fueron sus colaboradores: tanto en Sonora como en Veracruz la cacería comenzó con su equipo; primero fueron detenidos los secretarios, subsecretarios, directores, familiares y los amigos, luego los gobernadores. La investigación y posterior detención de dichos personajes comenzó con la denuncia pública que hicieron diversos ciudadanos y las publicaciones de muchos periodistas.

Las últimas imágenes públicas de Javier Duarte dando una entrevista y defendiendo su honor fueron muy parecidas a las que la semana pasada vimos de Guillermo Padrés, alegando inocencia y “convicción” frente a las denuncias en su contra. Al veracruzano ya no se le volvió a ver desde que presentó licencia al cargo y al sonorense se le puede observar ahora con el uniforme beige que utilizan los internos del reclusorio. A los dos se les borró la sonrisa socarrona que siempre les caracterizó como gobernadores y el tono arrogante que usaban para responder a sus críticos.

De cara al 2018 el PRI necesita dar una muestra contundente de lucha contra la corrupción para tratar de recuperar un poco de la confianza que en ellos han perdido los ciudadanos. La lucha anti corrupción es clave en la agenda del presidente Peña y en ese escenario es claro que falta un personaje del PRD que complete el cuadro político.

PRI y PAN ya dejaron que dos figuras importantes de sus partidos entraran a esta dinámica con el costo político que ello trae implícito, pero saben que no pueden ser sólo ellos quienes hagan un sacrificio para mostrar a la gente que la lucha contra la corrupción es real. El PRD también debe soltar a uno de sus gobernadores.

La pregunta clave es: ¿Qué personaje del PRD entrará a esta bolsa?

  • posdata

Hace unas semanas el periódico El Financiero hizo públicos los contratos que el gobierno de Morelos otorgó al entonces director del Fideicomiso Lago de Tequesquitengo. En dos años Jerónimo Bernal recibió 24 contratos por 130 millones a través de una empresa creada apenas unos meses antes. Bernal Soliveras, quien antes de ocupar un cargo en el gobierno de Graco Ramírez fue cadenero (sic) de una discoteca local, renunció al cargo luego de la publicación, aunque ello no solventa las irregularidades cometidas en la asignación de obras, ni la ilegalidad en la que incurrieron diversos funcionarios del gobierno estatal.

La semana pasada la CMMC denunció otro caso: Corporativo Veltormart, una pequeña empresa propiedad de “el” amigo de Rodrigo Gayosso ha obtenido contratos por más de 500 millones de pesos en obra en los últimos dos años. Esta empresa fue favorecida por la administración estatal a través de licitaciones “extrañas” en las cuales las otras empresas participantes fueron descalificadas a pesar de tener mayor experiencia profesional y presentar proyectos económicos más atractivos. “Veltormart le ganó a ICA a pesar de que ICA presentó un presupuesto 11 millones de pesos más bajo”

Las historias de corrupción en esta administración no son nuevas, se cuentan desde hace varios años, pero ahora comienzan a probarse. Las documentales muestran la manera como este gobierno ha favorecido a los amigos del hijastro del gobernador y también involucran a ex diputados locales.

La información sobre este tipo de asuntos, dicen, seguirá fluyendo. El hilo conductor de los negocios de Rodrigo Gayosso son Andrik Ruiz de Chávez y Sergio Beltrán Toto.

  • nota

Ahora es Reporte Índigo quien aborda el tema de la inseguridad en Morelos

“El Gobierno estatal trata de desmarcarse de la innegable presencia del crimen organizado en Morelos, atribuyendo la mayoría de los hechos delictivos a actos de delincuencia común.

 “El gobierno del estado sufre una confabulación de fuerzas conservadoras en contra de un gobierno progresista, bajo una demanda de juicio sumario que exige la desaparición de poderes”, dijo el gobernador Graco Ramírez a finales de agosto pasado.

En ese mismo sentido ha sido la postura del gobierno estatal de Morelos, respecto al asesinato de Alejandro Medina Juárez, Melesio Pizaña Flores, Alberto Emiliano Sánchez López y Francisco Emiliano Carmona Servín, quienes fueron secuestrados y asesinados.

Aun si trazar bien las líneas de investigación del asesinato de los cuatros estudiantes, el fiscal general de esta entidad, Javier Pérez Durón, aseguró que “no existen indicios de que haya participado la delincuencia organizada (en los homicidios) porque no fueron ejecutados con armas de fuego”.

… Aunque el Gobierno de Morelos insiste en que la violencia no se encuentra desbordada en esa entidad, las estadísticas dicen lo contrario.

Durante el primer semestre de este año, Morelos rebasó por dos tantos la tasa media nacional de violencia, la que se ubicó en 18.84 puntos en todo el territorio mexicano contra 34.05 puntos en el estado de Morelos.

Durante el primer semestre del 2016, Morelos fue el segundo estado del país con más secuestros, apenas debajo de Tamaulipas, al registrarse 6.22 plagios por cada 100 mil habitantes; y en el delito de violación también registró una cifra alarmante con 23.78 violaciones por cada 100 mil personas.

…La razón del toque violento en Morelos se atribuye -desde la óptica de las organizaciones ciudadanas- a la confrontación que mantienen por la disputa del territorio las células criminales, principalmente de los cárteles locales Guerreros Unidos y Los Rojos, en la zona de Jojutla.

…Morelos es uno de los estados más violentos de todo el país, de acuerdo a cifras recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Publica.

En la actual administración de Graco Ramírez, la violencia ha dejado ya más de 3 mil 780 homicidios, la mayoría de ellos atribuidos a la confrontación de los cárteles de las drogas Guerreros Unidos y Los Rojos.

 …Los litigantes es uno de los sectores más golpeados; en esta administración local un total de 15 abogados han perdido la vida.

 De acuerdo a los reportes de la prensa local, 10 médicos han muerto en esta ola sangrienta; al menos cinco de ellos fueron víctimas de secuestro.

 El de los estudiantes es otro de los sectores que ha quedado en medio de la espiral violenta de Morelos, en donde se estima que han perdido la vida al menos 11 jóvenes que nada tenían que ver con la guerra de los cárteles de las drogas..”

  • post it

Si atendemos a la lógica del actual gobierno federal, todavía hay muchas cosas que observar en las historias de corrupción de Morelos.

Aunque muchos tildan de timorato al presidente Enrique Peña Nieto, en su gobierno han sucedido cosas que nunca antes vimos. Explico:

Encarcelaron a Elba Esther Gordillo.

Capturaron dos veces a Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Varios gobernadores y ex gobernadores han sido procesados junto con familiares, socios, allegados y amigos.

La clave de todas historias políticas es simple: el gobierno actúa en función de la política y de los intereses del grupo gobernante. Más claro: cuando los personajes de poder dejan de servir a la causa presidencial, la ley se aplica.

¿Hasta cuándo será útil Graco Ramírez al gobierno de Enrique Peña Nieto?

Reflexión: puede ser que por intereses políticos y acuerdos partidistas Graco Ramírez no pise nunca la cárcel. Pero… ¿Y Rodrigo Gayosso?.

Pregunten al hijo de Guillermo Padrés.

  • redes sociales

Lo de hoy: ¡Saludos a Melania!

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