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ITINERARIO POLÍTICO

¡Odio contra las esposas de los presidentes!

 

No es nuevo —para los mexicanos y para el mundo— que una de las caras más cuestionables de Donald Trump es aquella que lo muestra como el campeón de la discriminación.

Discrimina a los latinos, en general, y a los mexicanos en especial; discrimina a las mujeres, a los migrantes, a los pobres, a los negros, a los asiáticos y hasta a los que piensan distinto.

Además, entre amplios sectores mexicanos, Trump es algo así como la versión moderna de “Satán”; fuente de todos los males del mundo y, por tanto, el peor enemigo de los mexicanos.

Lo simpático del tema es que —de nueva cuenta— aparecen ejemplos lapidarios de que los mexicanos somos peores que aquellos a los que criticamos; peores que Trump, al discriminar sin el menor rubor. ¿Lo dudan?

Recientemente dos mujeres estadunidenses cometieron “una grave falta” que indignó a su país entera y al mundo: discriminaron racialmente a la aún primera dama, Michelle Obama. Le dijeron “simio con tacones”.

La condena no quedó en señalamientos y críticas. Pamela Ramsey Taylor y Beberly Whaling se vieron obligadas a dejar sus respectivos trabajos, la primera como directiva de Clay County Development Corporation; la segunda como alcaldesa del Condado de Clay.

Según millones de personas de todo el mundo —que se manifestaron a través de redes sociales—, el cese de las funcionarias “ha sido lo menos que merecían”. Curiosamente, entre los que condenaron el insulto a la señora Obama se encuentran miles de mexicanos que se indignan “por la paja en el ojo ajeno y que son incapaces de ver la viga en el ojo propio”. No ven su doble moral cotidiana.

Está claro que “ni los Obama ni ninguna persona de color es un simio”, como dicen muchos mexicanos en redes. Lo simpático es que muchos de esos que censuran la discriminación de la que hace gala Trump y que se indignaron por el insulto a la señora Obama son los mismos que no han escatimado adjetivos y odio para denostar a políticos y gobernantes, en general, sin reparar en su reprobable cultura del odio y la discriminación.

“¡Que se haga la discriminación, pero en los bueyes del compadre”.

Es decir, muchos nos indignamos —con toda razón— de que ofendan a Michelle Obama cuando la llaman “simio con tacones”. ¿Y cuántos han insultado a los presidentes mexicanos y a sus esposas? ¿Cuántos le han dicho a Fox, a Calderón y a Peña “burro”, “iletrado”, “tonto”, “idiota”, “pendejo”, “asesino” y hasta “traidor a la patria”, por disentir de ellos?

¿Cuántos articulistas y columnistas motejaban a Calderón como Fecal? ¿Cuántos endilgaron el invento de “¡borracho!” y “¡asesino!”, solo para expresar su odio al gobierno exitoso de Calderón? ¿Existe alguna diferencia entre esos insultos al hoy ex presidente mexicano y las ofensas a la señora Obama?

¿Quién motejó a Miguel Mancera —jefe de Gobierno de Ciudad de México—, como Mancerda, MAME e “idiota”? ¿Ya olvidaron el “¡cállate cha-cha-la-ca!” de AMLO a Vicente Fox? ¿Y qué decir de la idiota comparación de La rebelión de la granja con la Morena de AMLO, en donde el tabasqueño dice “cerdos, cochinos y marranos” a los políticos mexicanos?

¿Ya olvidaron cuando AMLO casi le dijo “prostituta” a la entonces diputada Ruth Zavaleta, dizque por “dejarse agarrar la pierna” por Muriño? ¿No se acuerdan cuando Vicente Fox motejó a Francisco Labastida como La-Bestida? ¿Cuándo a Marcelo Ebrard le decían Marchela?

Vamos más al fondo. ¿No resulta  hipócrita y de pocos tamaños el trato que, en general, dan muchos ciudadanos a la primera dama de México?

Pocos le dicen por su nombre a Angélica Rivera. La mayoría la conoce como La Gaviota. Pero ese es el menor de los insultos. En los hechos —y sin ninguna prueba—, adjudican su relación con el Presidente al supuesto pago de Televisa a Peña Nieto, lo que implica un insulto mayor. Y peor aún, la han llamado “mentirosa”, “tonta” y demás insultos, solo por odio y por ser la primera dama.

Casos como los anteriores los hemos dicho y escuchado en muchas ocasiones.

Por eso la pregunta: ¿cuántos ciudadanos, en México, estarían dispuestos a dejar su trabajo presionados por la sanción social de insultar al Presidente, a la primera dama, a los políticos mexicanos? ¿Cuántos practicantes de esa doble moral de discriminación por odio, seguirán pregonando que es discriminatorio decirle “simio con tacones” a Michelle Obama, mientras insultan a placer a Peña Nieto, a Calderón, a Fox, a las esposas de los presidentes y a todos aquellos que piensan distinto?

Odio y doble moral.

Al tiempo.

Ámbito: 
Nacional
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