Gonzalo Rivas, un grito contra la intolerancia
En un gesto que la enaltece, la Cámara de Senadores acordó entregar la medalla Belisario Domínguez al trabajador de la gasolinera Eva, en la carretera México-Acapulco, que dio su vida para salvar la de otros.
Gonzalo Rivas murió por los demás, sí, pero también fue víctima de las llamas de la intolerancia y la sinrazón.
Algunas personas, para evitar que le entregaran la medalla a Rivas, propusieron que mejor se la hubieran dado al Cuerpo de Bomberos, pues también se juegan la vida en los incendios. Es una manera de minimizar la carga simbólica de la muerte del joven ingeniero veracruzano.
Sin duda los bomberos caídos en cumplimiento de su deber, lo mismo que militares, policías y marinos, tienen más merecimientos que algunos condecorados con esa medalla en fechas pasadas.
El punto es otro. Gonzalo Rivas murió por la intolerancia del extremismo ideológico que es necesario desterrar para siempre en un país donde en discursos hablamos de paz y amor.
Lo mataron las llamas del fanatismo de quienes no les importó que ahí murieran decenas o cientos de personas inocentes porque ellos protestan como se les da la gana.
Esos fanáticos le prendieron fuego a una bomba despachadora de gasolina, mientras los trabajadores permanecían ahí, y cientos de automovilistas estaban varados porque los normalistas de Ayotzinapa tenían bloqueada la carretera.
Lo que hizo Gonzalo Rivas fue apagar el incendio, pero lo alcanzaron las llamas del recipiente que usaron los normalistas para provocar la conflagración.
No se trata de criminalizar a la Normal de Ayotzinapa. No. Pero los que provocaron ese incendio sí son unos criminales.
La medalla Belisario Domínguez, sin embargo, no debe servir para estigmatizar a nadie, sino para erradicar de la contienda política prácticas extremistas y homicidas.
A policías que deben frenar una manifestación violenta, sin moverse, los golpean con tubos en las piernas o les arrojan bombas molotov para quemarlos vivos.
Ese tipo de manifestaciones no deben tener lugar en el país, porque se mutila quema o puede morir gente.
El derecho a la protesta tiene un lugar en nuestro espacio político, pero la agresión física no.
La medalla Belisario Domínguez es un grito de alerta para frenar la confrontación entre mexicanos. Ninguna protesta tiene derecho a matar a nadie.
Hay quienes llevan a niños a manifestaciones que se tornan violentas porque sus promotores así lo tienen planeado. Eso es criminal, debe desterrarse y en su caso sancionarse.
Gonzalo Rivas no murió por un incendio generado por un cortocircuito, sino por personas que deliberadamente le prendieron fuego a una bomba de gasolina, lo que pudo haber sido una tragedia para decenas de personas.
Nadie dice que todos los estudiantes normalistas sean vándalos. No.
Pero hay una minoría radicalizada que así como le prende fuego a una estación de gasolina, roba autobuses, se los echa encima a la policía, los quema, cierra carreteras con transportes secuestrados y obliga a los choferes a seguir sus instrucciones.
Enhorabuena por la medalla Belisario Domínguez al héroe de la gasolinera de Chilpancingo.
Enhorabuena por el llamado a la tolerancia y a la sensatez que ese gesto simboliza.
Twitter: @PabloHiriart