El populismo ya no es la epidemia que picó a los latinoamericanos. No, hoy es una “pandemia” que recorre el mundo.
Está claro que el populismo no es nuevo en la historia política y social. Sin embargo, a finales del siglo XX y al arranque del XXI, el mundo entero parece víctima de la pandemia más perniciosa: la del populismo, que lleva a la ruina a países enteros y a pueblos completos, como la Venezuela de Chávez y Maduro.
Y, como todos saben, el más reciente contagio se produjo en la llamada “democracia ejemplar”, la de Estados Unidos, en donde la lucha presidencial fue ganada por el nuevo campeón del populismo, Donald Trump; magnate que en uno de sus primeros mensajes regaló al mundo la mayor joya populista.
Dijo, en medio de ofensivos lujos, que su salario de presidente será de un dólar anual. ¿La razón? Que el empresario no llegó al poder y la política por dinero, sino para salvar al mundo.
Retrato de cuerpo completo, del campeón del populismo.
En México, en cambio, el contagio populista tiene niveles de epidemia entre toda la clase política, sobre todo en el partido de la derecha, el PAN; el partido que nació en 1938 para combatir al populista gobierno de Cárdenas y que, por décadas —en casi 80 años de vida— fue el mayor crítico de los populismos en México y el mundo.
Sin embargo, la “tara populista” no llegó al PAN cuando la pandemia recorre el mundo. No, en el año 2000 el PAN llegó al poder presidencial de la mano de un populista salido de la empresa —el mismo camino de Trump—: Vicente Fox; ranchero populista que “encantó” a las multitudes.
Pero también hoy la dirigencia del PAN vive la “tara populista”. Y es que su jefe nacional, Ricardo Anaya, arrancó su gestión como jefe azul con un discurso emparentado a Trump.
¿Recuerdan el primer mensaje de Anaya? Sí, prometió reducir el salario del jefe nacional del PAN. El señor Trump de plano dijo que su salario de presidente sería de un dólar anual.
Es decir, Anaya presumió una austeridad que, al final, hizo ver ridículo y grosero su derroche familiar frente a un salario “Godínez”. Pero ya en el extremo populista, Anaya quiso limpiar su imagen con otra joya populista: simuló dormir con alcaldes de Veracruz, en supuesta solidaridad contra las raterías cometidas en esa entidad. ¿Y la doctrina del PAN contra el populismo?
Pero Anaya no es el único populista del PAN. Javier Corral, gobernador panista de Chihuahua, anunció otra perla populista: llamar a la sociedad a iniciar una “colecta” para salvar al estado. Es decir, propuso iniciar jornadas de “boteo” para recaudar dinero que, según la bobería de Corral, salvará al estado. ¿AMLO no dice vivir de la caridad pública?
En el PRI no es nuevo que alcaldes, diputados, senadores, gobernadores y presidentes de la República recurran de manera sistémica al populismo más grosero. Existieron presidentes campeones del populismo como Lázaro Cárdenas, López Portillo, Echeverría y Salinas, entre otros.
Lo simpático —por ridículo— es que los partidos de la llamada izquierda mexicana —PRD y Morena—, esos que por décadas cuestionaron a gobiernos del PRI y sus populismos, hoy son los campeones mexicanos del populismo. ¿Lo dudan?
En Ciudad de México, Morelos, Michoacán y Tabasco, además de alcaldías del PRD, se gobierna a partir del populismo instaurado en la capital del país desde 1997.
Pero el verdadero campeón mexicano del populismo se llama Andrés Manuel López Obrador, quien parece el verdadero maestro Trump.
Y es que, en los hechos, AMLO y su Morena son los vectores de la política mexicana responsables del contagio del populismo en México durante el nuevo siglo. Hoy todos copian a AMLO, quieren parecer AMLO, al grado que en el PAN dicen que Anaya es el AMLO azul.
Y revitalizado por la impensable victoria de Trump, allende la frontera norte, hoy AMLO promueve y promete bajar el cielo a la tierra y salvar las almas con su populismo al mejor estilo de Chávez y Maduro, en Venezuela.
Y son muchos los bobos que creen el sermón de AMLO, que imaginan que la salvación de la patria vendrá por obra y gracia de la redención divina del populismo, del discurso populista engañabobos.
Epidemia que enfermó a partidos y políticos. ¿También enfermará a la sociedad?
Al tiempo.