No reabrir el TLC
Si queríamos definiciones en torno a los planteamientos de Trump, ya tenemos una del presidente Peña Nieto: México no renegociará el Tratado de Libre Comercio.
El pronunciamiento, hecho en el marco de la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Lima, pasó sin mayores reacciones en el largo puente revolucionario del 20 de noviembre, pero fija una posición y un rumbo.
Ahora hay que exigirle al gobierno que cumpla: no renegociar el TLC con Estados Unidos, pese a las presiones, chantajes y amenazas del próximo inquilino de la Casa Blanca.
Se puede modernizar o ampliar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que es distinto a renegociarlo.
No se trata de un juego de palabras, sino de una diferencia de fondo. Renegociarlo implica abrirlo, revisar todo lo pactado, y eso sería fatal para la certidumbre de los inversionistas en ambos lados de la frontera.
Reabrir el TLC para renegociarlo es abrir una caja de Pandora que está llena de intereses que querrán modificar sus condiciones a conveniencia y sería el cuento de nunca acabar.
Lograr nuevamente acuerdos donde establecerlos llevó años de negociaciones cuando en Estados Unidos había un presidente sensato como George Bush padre, ahora con un improvisado, rencoroso e inestable mandatario en Washington, no llegaríamos a ningún lado con una renegociación.
Sí hay que modernizarlo, actualizarlo, ampliarlo en áreas que no estaban suficientemente desarrolladas en 1992 y 1993. Se ha hablado mucho del comercio electrónico, por ejemplo. Y otros capítulos que se podrían añadir.
Pero seamos realistas: lo que quiere Trump es reabrir el TLC para descafeinarlo y si es posible nulificarlo.
Lo que busca Trump no es modernizar, sino retrasar el reloj de la historia y volver a los tiempos del proteccionismo.
Prometió regresar una grandeza americana preglobalización que está en el imaginario de los blancos que votaron por él, en el que los mexicanos sólo funcionaban para recoger jitomates y no para competir con ellos con buenos productos en el mercado.
Ahora lo que corresponde es armar un gran equipo negociador para discutir las modalidades de ampliación y modernización del TLC.
La otra opción, la reapertura del Tratado de Libre Comercio, no es viable porque no es serio y dañaría a las partes que ya están funcionando. Y funcionan bien.
Hay que hacerle ver, no a Trump, sino a los factores de opinión y a los intereses estadounidenses involucrados en el TLC, que congelar el Tratado sería muy dañino para ellos y para nosotros.
Ya se ha explicado que por cada peso que México exporta a Estados Unidos, 40 centavos son de insumos producidos en Estados Unidos.
Los lazos comerciales están tan vinculados que no se pueden deshacer, sino sólo destruir.
Y en México necesitamos dejarnos de mezquindades políticas y reconocer que el TLC fue un buen tratado para nuestro país, y que las distorsiones de nuestra convivencia –la enorme desigualdad, por ejemplo– no son culpa del acuerdo comercial, sino de políticas públicas que pueden y deben corregirse.
Twitter: @PabloHiriart