Unidad nacional
Doña Jodoncia fue a visitar a su hija casada. El yerno le preguntó: "¿Va a meterse en la tina de baño, suegra?" A la señora le sorprendió la pregunta: "¿Meterme en la tina de baño? -preguntó extrañada-. ¿Por qué?" Respondió el yerno: "Como se mete en todo..."... Don Astasio llegó a su casa, y como de costumbre, halló a Facilisa, su mujer, en brazos y todo lo demás de un individuo. Echó mano a la libreta donde tenía anotadas palabras de gran peso para decirlas en ocasiones semejantes, y procedió a denostar a la pecatriz en los siguientes términos: "¡Maturranga! ¡Cochonera! ¡Mujer de ramería!" El fulano aprovechó la lectura para vestirse y salir de la habitación. "Eres muy injusto, Astasio -protestó con tono lastimero la mujer-. Todo me lo dices a mí. ¿Por qué no le dijiste nada a él?"... Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, le dijo a su amiga Himenia Camafría, célibe también: "Supe que andas de novia con un negro". "Sí -respondió la señorita Himenia-. Estoy harta de pasarme las noches en blanco"... En la fiesta le dijo un invitado a otro: "Mire qué mujer tan fea aquélla. Ni por dinero me la soplaría". "¡Oiga usted! -protestó el otro-. ¡Es mi esposa!" "Perdone, caballero -se disculpó el individuo-. Entonces sí me la soplo. Es más: de gratis"... Si fuera yo fabulista -detestable profesión- escribiría un apólogo según el cual un hombre va a caer al fondo de un barranco, pero alcanza a asirse de las ramas de un arbusto, y eso detiene su caída. El arbusto no es una hermosa planta: sus ramas descarnadas están secas; sus escasas hojas son de oscuro color y huelen mal; hay en él espinas punzadoras. Pero el hombre sigue asido a él. No dice: "¡Qué feo arbusto es éste! ¿Cómo no había aquí un hermoso arbolito para asirme de él, o un precioso ramo de flores, resistente? Prefiero soltarme y caer al fondo del abismo antes que salvarme gracias a esta planta de aspecto tan desagradable". En esa situación nos encontramos los mexicanos: parece que estamos a punto de caer a un precipicio, agobiados por problemas de todo orden -el más reciente y más amenazante se llama Donald Trump-, y para asirnos de algo contamos sólo con instituciones llenas de defectos. No podemos renunciar a ellas, pues eso significa la caída. La moraleja es que debemos confiar en nosotros mismos; no caer en el temor; buscar otros asideros que no sean el de la dependencia absoluta del vecino del norte y prepararnos para enfrentar las amenazas que Trump ha hecho contra México y contra los mexicanos. En este contexto, los partidos políticos tendrán un papel muy importante. Les corresponde la tarea de mantener la unidad de la nación frente a los graves riesgos que entraña la llegada de ese individuo a la Presidencia de Estados Unidos. Si no forman un frente común para resistir las acciones que eventualmente enderece Trump contra nosotros, México no podrá hacerles frente con dignidad y fuerza. México no es una republiquita bananera. Con todos nuestros problemas somos una nación fuerte dueña de una larga historia y de grandes riquezas de todo orden. Nadie debe humillarnos ni denigrar a nuestra patria. Esto no es patriotería ni nacionalismo chabacano. Tampoco es un "¡Viva México, cabrones!" Es exigencia de dignidad frente a un hombre ignorante y prepotente que por causa de los hoyos negros que tiene la democracia llegó al puesto de máxima responsabilidad del país más poderoso del mundo. Ante un individuo así, México no debe inclinarse... Dicho lo anterior, ¿qué más puedo decir? Nada. Cumplido, pues, mi deber de orientar a la República me alejo caminando con la prestancia de quien ha realizado su labor... FIN.