La Habana, Cuba (30 noviembre 2016).- Ya muerto, Fidel Castro convocó por última vez a una multitud a la Plaza de la Revolución.
Una multitud imponente al principio y debilitada apenas transcurría el discurso del tercer orador de una batería de 19 protagonizó el evento que marcó el fin de una era.
Antes eran estoicos. Nadie se movía hasta la última palabra del Comandante cuando hablaba aquí; disertaba por horas a un auditorio hipnotizado. Permanecían apretujados en la Plaza.
Anoche, la escena de la explanada repleta con multitud inmóvil fue de un rato.
Al inicio de la concentración, la gente desbordaba las calles aledañas.
Pocas consignas, discretos aplausos, tristeza primero y al final aburrimiento. Más de 15 Jefes de Estado y de Gobierno acudieron a la ceremonia, la mayoría aliados de Castro. Al mexicano Enrique Peña le tocó el turno 16 de los 19. Su respetuosa elegía a Castro fue tímidamente aplaudida.
Raúl Castro cerró la ceremonia cuatro horas después, cuando por tres cuartos de la mítica Plaza de la Revolución se podía caminar tranquilamente. Ya no es lo mismo.