Cd. de México (02 diciembre 2016).-
En el último año, el optimismo de la Secretaría de Hacienda sobre el manejo de las finanzas públicas y la economía contrastó en todo momento con el tono más incisivo y crítico que mantuvo Agustín Carstens como Gobernador del Banco de México.
Aunque el Gobernador negó que su salida del banco central en julio de 2017 tenga que ver con desacuerdos con Hacienda, varios hechos confirman las diferencias.
Ante el incremento acelerado de la deuda pública en México -alrededor 10 puntos del PIB en los últimos cuatro años-, Carstens se erigió como un impulsor de la austeridad y disciplina fiscal en México.
En febrero de este año, y ante el aumento de la incertidumbre global, el aún Gobernador destacó en una ponencia en la Universidad Panamericana que el recorte presupuestario realizado por el Gobierno federal era insuficiente y por lo tanto debería haber otro ajuste al gasto público.
Luis Videgaray, entonces Secretario de Hacienda, rechazó en varias ocasiones que las finanzas del País requirieran un recorte al gasto adicional, pues estaban bajo control.
Finalmente, el 17 de febrero pasó todo lo que Carstens había solicitado: recorte al gasto, reducciones en Pemex, ajustes a la tasa de interés y cambios en el mecanismo de subastas de dólares.
En los meses posteriores los desencuentros y diferencias entre el Banxico y Hacienda se acentuaron.
Durante la reunión de la Junta de Gobierno del Banxico en agosto, ésta mandó otra señal al Gobierno federal de disciplina fiscal.
"Algunos integrantes enfatizaron la necesidad de que las autoridades fiscales proporcionen certidumbre sobre la trayectoria de las finanzas gubernamentales y el compromiso de dichas autoridades con niveles de endeudamiento público sostenibles", dijo el Banxico en su minuta de la reunión.
Durante todos sus informes trimestrales de inflación, que son uno de los principales canales de comunicación del banco central, Carstens envió señales de la necesidad de ajustar las finanzas públicas y regresar la deuda a niveles más manejables.
La consternación por el endeudamiento del Gobierno fue tal que Carstens impulsó una reforma al artículo 55 de la Ley del Banxico para entregarle a Hacienda el remanente de operación del banco central para el pago de la deuda.
Este año el Banxico entregó al Gobierno federal 239 mil 93 millones de pesos por ese concepto.
Las diferencias con Hacienda también se reflejaron en las expectativas de crecimiento que ambas instituciones mantuvieron, siendo el banco central el más pesimista.
A lo largo de los últimos dos años, el Banxico siempre ha mantenido un rango de crecimiento esperado para el País menor al presentado por Hacienda.
El ultimo ajuste, por ejemplo, dejó la previsión de la SHCP en un rango de crecimiento para economía de entre 2 y 2.6 por ciento este año y entre 2 a 3 por ciento para 2017.
En cambio, Banxico prevé un crecimiento de ente 1.8 y 2.3 para 2016 y de entre 1.5 a 2.5 para el año que entra.