Juicio al Congreso de Graco
Ni duda cabe que la actual Legislatura del Congreso del Estado pasará a la historia como la peor que haya tenido esta entidad: ni más ni menos sometida al tabasqueño que desgobierna Morelos. Pero el problema es más complejo: ¿cómo garantizamos que la siguiente no haga lo propio con el mandatario en turno?
A manera de antecedentes:
1.- Después de que la sociedad se volcó a las urnas en la elección intermedia de 2015 contra el desgobernador Graco Ramírez en lo que consideramos no un voto de castigo, sino de repudio, el Congreso del Estado fue integrado por minorías parlamentarias, al menos en el papel ideológicamente contrarias al tirano.
2.- En bloque, todo hacía pensar que siendo mayoría los opositores bien podríamos al fin tener un contrapeso, un órgano capaz de llamar a cuentas al dictador. Y, sin embargo, todo cambió tan súbitamente: por instrucción del desgobernador, quienes fiscalizaban préstamos y otros manejos oscuros de recursos del Ejecutivo fueron removidos para poner a modo los que darían palomita a las desviaciones del autócrata.
3.- Hasta hoy no nos ha explicado ese bloque opositor cómo fue que permitieron esas remociones, que prácticamente dejaron en la impunidad y sin llamado a cuentas al desgobernador, si fue bajo la clásica amenaza o el recurrente cañonazo con el que Graco “pone de acuerdo a todos”. Ya lo vemos: muchos hasta dejaron sus partidos para unirse al del desgobernador.
4.- Como si esto no fuera bastante, los partidos opositores a quien desgobierna incluso se pusieron de tapete para aprobar todas las reformas que el dictador –al más puro estilo priista- envió al Legislativo para su inminente aprobación, sin importar las afectaciones que provocaban.
5.- Dado el entreguismo de los integrantes del Congreso local, la sociedad se movilizó para promover una consulta pública que desembocara en la revocación de mandato. El Legislativo se tardó una eternidad para decir que esa no era la ventanilla adecuada, evadiendo tomar al toro por los cuernos.
6.- Antaño, las procuradurías de Justicia –hoy fiscalías- eran el instrumento preponderante de los tiranos para doblegar a los adversarios. Efectivamente, sigue siendo así, pero otra de las cuentas pendientes de los legisladores tiene que ver con la manera como se han prestado para perseguir tanto al rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, como al alcalde de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco. No obstante, como buenos chambones, no han podido con el paquete.
7.- La opacidad y los dineros perdidos que predominan en el Congreso local serían suficiente motivo –al margen de los ya citados- como para que, avergonzados, escondieran cual avestruces la cabeza bajo el suelo, pero eso sólo lo hacen cuando se trata del Graco-Duarte. ¿Miedito o compli$idad?
Sobran motivos como para repudiarlos como al propio desgobernador.
Ahora bien, volvamos al problema de fondo: ¿cómo garantizamos un Poder Legislativo integrado por diputados que le sirvan al pueblo, que no sean intimidados y/o comprados por el régimen?
De cara a las elecciones de 2018, exijamos a todos los candidatos –los que quieren ser gobernador, legisladores locales, alcaldes, diputados federales y senadores- compromisos firmados en el siguiente tenor:
1.- Primero, que llamen a cuentas al todavía desgobernador, secuaces y cómplices, como los de la actual Legislatura.
2.- El compromiso de una amplia consulta ciudadana en las reformas a emprender, con campañas de información y procedimientos ágiles para que ninguna decisión se tome a espaldas de la gente.
3.- La inclusión ciudadana, particularmente de los especialistas en cada rama, para definir y sobre todo evaluar los manejos presupuestales, las políticas y obras públicas, particularmente en el tema de las licitaciones.
4.- Pugnar porque toda la legislación constitucional pendiente de reglamentación en materia de participación ciudadana se convierta en letra viva. Mucho en este aspecto tiene que ver con el ámbito federal, con el Congreso de la Unión, pero en las decisiones internas que competen a esta entidad, la forma como es gobernada y como se adoptan las decisiones, nada les impide tomar opinión del pueblo.
Cuando acudan como mendigos a solicitar en las campañas el voto, hagámoslos que firmen estos compromisos frente a notario, para impedir que, una vez llegados al cargo, se conviertan en méndigos.
Nadie quiere un Congreso subordinado otra vez a un Graco-Duarte…