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ITINERARIO POLÍTICO

¡La estupidez de un futbolista!

 

El de Cuauhtémoc Blanco no es el primer caso de un deportista que, de manera fallida, incursiona en política y menos en un cargo de elección popular.

Tampoco es nueva la experiencia para una sociedad —como la mexicana— que suele creer que la mejor alternativa contra políticos corruptos y tramposos es la elección de deportistas, actores, payasos, futbolistas o los mal llamados “independientes”.

Lo nuevo —en el caso de Cuauhtémoc Blanco, entre otros— es que el ex futbolista y alcalde de Cuernavaca confirma lo que todos saben: que la estupidez propia del poder no solo florece en el jardín de los políticos y los líderes sociales que se creen salvadores de la patria.

No, lo cierto es que la estupidez, la transa y la ratería atacan por igual a políticos, líderes sociales, futbolistas, payasos “de tele” y hasta a los llamados independientes, como es el caso de “El Bronco”, de Nuevo León.

Y viene a cuento el tema porque el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco —a la sazón alcalde de Cuernavaca— está lejos de mostrar en la política y el ejercicio del poder los dotes de consumado goleador y menos un talentoso “gambetero”.

No, lo ridículo es que en su papel de alcalde de Cuernavaca, el “Cuau” ratifica que fue picado por el feo virus que ataca a políticos y líderes mexicanos: la estupidez, la corrupción y la transa.

¿Por qué?

1. Porque “Cuau” nunca entendió que ingresar a la política y ejercer un cargo de elección popular no es lo mismo que la compra “cachirul” de un lugar en tal o cual competencia de la corrupta industria del futbol.

Y es que “Cuau” cometió la estupidez de hacer trampa en la postulación de su candidatura a alcalde de Cuernavaca. Y no, nadie pretende decir que el futbol sea más o menos corrupto que la política. En realidad son idéntica porquería.

El problema es que hay político idiotas y ex futbolistas que, ya en la política, muestran su estirpe de idiotas e imbéciles para la política y para el ejercicio público.

2. Dígalo si no el hecho de que Cuauhtémoc Blanco no solo cobró millones para ser candidato —lo que de suyo no solo es una ratería injustificable, sino una estupidez mayor—, ya que hasta firmó un contrato que documenta la trampa.

3. Pero no conforme con la estupidez anterior, Blanco “enseñó el cobre” desde que llegó a la alcaldía de Cuernavaca. Pocos días después de asumir el cargo de alcalde de Cuernavaca, “Cuau” preguntó sobre “las minas de oro” de una alcaldía. Pronto inició la explotación de esas fuentes de rica miel.

4. Por eso, por su ambición sin límite, entró en colisión con el partido que lo postuló. Y es que “Cuau” y el PSD disputaron el control de la basura y el agua del municipio de Cuernavaca; dos de las minas en un gobierno  municipal.

Es decir que “Cuau” le quiso quitar “el negocio” a quienes lo invitaron “a la fiesta”. Por eso la pelea, porque el futbolista salió más rata que sus patrocinadores. “Cuau” también buscaba esas fuentes de dinero.

El pleito no se hizo esperar y la vulgar disputa de dos grupos mafiosos que pelean por el mismo barril de rica miel escaló hasta niveles de escándalo. Entonces apareció una nueva estupidez.

5. El ex futbolista jugó el juego de la víctima del poder y del pago de “paleros” para dizque presionar con supuestos simpatizantes que salieron a defender su gestión. ¿Quién cree esa estupidez? Al parecer otros paleros de peor calaña: la Suprema Corte.

6. Pero lo peor es que Blanco se dejó “asesorar” por un puñado de supuestos especialistas que cada día hace ver al futbolista en retiro como uno más de los pillos de la política. ¿O que “Cuau” sería un alcalde honesto, impoluto y sin mancha. Lo cierto es que resultó todo un mafioso, igual o peor a todos aquellos a los que —según prometió— exhibiría.

7. Hoy “Cuau” es uno más del montón de políticos pillos que van detrás del dinero, que se roban las arcas púbicas y que pelean con uñas y dientes por seguir pegados a la ubre del poder; del dinero público fácil.

Cuau no sabe y no sabrá para qué sirve el poder. Lo que sí sabe —a la perfección— es que la política es una mina de oro para los políticos tramposos y mafiosos como López Obrador, el nuevo defensor de Cuauhtémoc Blanco.

Lo más curioso es que a pesar de que Cuauhtémoc Blanco es el prototipo más escandaloso de la mediocridad política, las instituciones del Estado sean incapaces para frenar al político que encarna el emblema de la estupidez política.

Al tiempo.

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Nacional
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