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ESCAPARATE

Navidad y sus contrastes…

Para la gran mayoría de los adultos, mucho de la magia que vivimos cuando niños se ha transformado. Acaso no haya la alegría de esperar el regalo deseado, pero igualmente pervive la esperanza, tanto por el porvenir, como por el bienestar de los que detrás nuestro vienen.

Era como magia, para nosotros, los antaño niños…

Me pregunto si lo es ahora, para los pequeños de esta generación…

Cuántos cambios, cuantos contrastes… ¿Es Navidad la misma?...

Los regalos que solíamos pedir y esperar nosotros en nada se parecen a los que hoy los aguardan de los santos, tanto Claus como Los Reyes, a los pequeños de ahora.

La evolución, la tecnología, dicen algunos… Otros afirman que tal vez nos estamos haciendo cada vez más viejos…

Estas generaciones vienen bien aspectadas: parecen incluir –además de las baterías, que los vuelven incansables- un celular u computador integrado.

La brecha es enorme…

Ambos instrumentos, hoy de uso tan común –y para muchos indispensables y hasta adictivos- para mí eran sólo posibles cuando niño al ver alguna película de ciencia ficción.

Carecer de esos aparatos, por lo menos a mí, me permitía el despliegue de la imaginación… Demasiado ambiciosa la imaginación, a veces.

Pensaba que, cuando fuese mayor, no sólo los aparatos de radiocomunicación portátiles y los computadores modernos ya serán posibles, sino menos toscos que los de la época y al alcance de todos; que la construcción de estaciones espaciales, la colonización de La Luna y de Marte serían ya realidad y que los viajes a ellos serían cuasi como abordar un avión y ya…

Claro, por entonces, la mente infantil estaba impregnada de la llegada del hombre a La Luna. Y uno no pensaba en las implicaciones tanto del desarrollo tecnológico como de los sentimientos encontrados que provocaría, precisamente por la brecha generacional, en nuestros abuelos, protagonistas de nuestra hoy cada vez más defenestrada y olvidada Revolución Mexicana.

Algo así, tal vez, sintamos los mayores de ahora: incapaces de digerir lo rápido que avanzan los cambios, las transformaciones tecnológicas, y el peligro que corre el ser humano frente a ellas.

Me pregunto cómo verán el futuro los niños de hoy, cuando ahora el cine en tercera dimensión y los efectos especiales, así como los modernos videojuegos les hacen vivir realidades virtuales insospechadas, mientras que yo, ya adolescente, apenas comenzaba a ponerse de moda el pacman en rudimentarias y enormes máquinas de moneditas. Y tan fácil que hoy, con la internet, lo instala uno en segundos en su computador.

No digo que la magia de la Navidad, al ser adultos, se pierda… Es sólo distinta.

No tengo idea de en qué estribe la magia de la Navidad para los niños de ahora, y qué en concreto evocarán de su niñez al llegar a viejos y de esas fiestas, ya para entonces, de antaño.

A su manera, cada quien vive o se inventa la magia de la Navidad, al margen de las edades, a menos que la vida y la mala educación nos vuelvan tan ogros como “El Bronco”, que rompe récords por acumular tanta estupidez emanada de sus labios en tan poco tiempo contra las mujeres y más recientemente con motivo de la Navidad en perjuicio de los niños.

En mi caso, es añoranza por los que faltan hoy a la mesa, por las viejas calles de la niñez adornadas y que hoy lucen diferentes, a las que no he vuelto décadas hace, por la transformación de aquella magia inocente ya ida.

Pero también es alegría, por la magia de ver a los que detrás nuestro van y que justamente provienen de nuestro corazón, nuestras entrañas y nuestros genes.

Que en el fondo no hay lejanía de los que ya se fueron, porque los llevamos en el corazón y en la piel, igual que se lleva la fe.

Y, que en el fondo, sigue ahí la emoción, la magia, de ver cómo se las arregla uno para lidiar tanto con los contrastes de estas generaciones, los sentimientos encontrados que despierta esta temporada, y del ingenio indispensable para sobrevivir a una realidad, como la de hoy, poco, muy poco amable.

¡Felices fiestas!

¡Feliz Navidad!

Con añoranza, sí, pero también con la mira puesta en la magia del futuro por inventar, por construir…

 

 

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