Águila o gallina
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No sé si escribí o no. Sí sé que lo que escribí, o lo que no escribí, lo puse dentro de una botella que eché -"lancé" se oye mejor- al mar. Sé también que olvidé ponerle tapón a la botella, y ésta se hundió riendo de mí con un sarcástico glu glu. Pienso entonces que nadie leerá lo que escribí, o lo que no escribí. Sucede que con los periódicos no se sabe nunca. Unos cierran cuando el año se abre, de modo que no aparecen el 2 de enero, y menos si cae en lunes, día que aunque sea laboral es poco laborable. Otros, en cambio, dan asueto a su personal el 31 de diciembre, pues sus empleadas dicen que necesitan el día para preparar la cena de fin de año, y entonces esos periódicos no salen el día 1 de enero, pero sí el 2. En fin, estos días inaugurales son para mí un desmadre; un cachondeo, para decirlo al modo del andaluz que se aburría en el Cielo, y en el infierno en cambio estaba contentísimo entre los diablos que lo punzaban con sus trinches y le echaban en la cabeza plomo derretido. "¡Esto es lo que me gusta! ¡El cachondeo!" Lo que escribió mi menda -o sea yo, en lengua de germanía agitanada- caerá seguramente en el vacío, igual que todo lo que de mi pluma sale. Debería poner aquí, por ser principio de año, un mensaje positivo al modo de los que vienen en los libros de superación personal, y exhortar a mis cuatro lectores a ser águilas en vez de ser gallinas. Pero sucede que tengo en más estima a las gallinas que a las águilas. De la humilde gallina recibimos mucho, empezando por sus huevos y pollos y acabando con su carne, sabrosa en mole o caldo. El águila, en cambio, ave soberbia y arrogante, sirve sólo para posar en escudos y banderas y desde ahí inspirar ideas belicistas. Si el mundo es todavía mundo es más por obra de las gallinas que de las águilas, aunque el águila sea más épica y la gallina más prosaica. Habría más paz en la tierra, y menos bullying en la Escuela Primaria Enriqueta Patané, SEP-SNTE 786345122689-HF9680, llamada por sus alumnos "la Queta", si a los niños se les dijera: "No seas águila", en vez de repetirles una y otra vez: "No seas gallina". Digo todo esto porque sé que las águilas no lo leerán, y no me indispondré con ellas. Tampoco lo leerán las gallinas, y eso me libra del temor de que piensen que las estoy adulando. De hecho sé que nadie, o muy pocos, leerán esto. Por lo mismo no pondré aquí un mensaje de superación personal. Sólo diré al volver a la realidad que la sencillez consigue más que la soberbia, y que dar algo de sí a los demás es mejor que hacer alarde de grandeza ante ellos. Esto no es prédica moral. Es... No sé qué es... Doña Macalota le dijo con tono agrio a su esposo don Chinguetas: "Supe que anoche estuviste en una casa de mala nota, y que te gastaste 10 mil pesos bebiendo marrascapaches con tus amigotes y bailando y haciendo otras cosas menos verticales con las pirujas que ahí prestan sus servicios". "¿Me gasté ahí esos 10 mil pesos? -exultó don Chinguetas-. ¡Alabado sea el Señor! ¡Yo pensé que se me habían perdido!"... Los directivos del hipódromo rieron cuando un pobre campesino llegó a inscribir a un caballo de 11 años para correr en el Derby de Año Nuevo. "¿Por qué traes aquí a ese matalote? -le dijeron, burlones-. Es muy viejo: tiene 11 años". Explicó el ranchero: "Es que tardamos 10 en alcanzarlo"... Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, iba por la calle cuando la abordó un pordiosero: ¿Me permite un segundo?" "¡Cómo se atreve usted, majadero sinvergüenza! -se indignó doña Panoplia-. ¡Ni siquiera le he permitido nunca un primero!"... FIN.