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El endurecimiento del régimen y la represión

 

 

En su primera aparición pública del año, el Presidente Enrique Peña Nieto refrendó su cerrazón: no dará un paso atrás en el gasolinazo y, más aún: no permitirá lo que él llama desmanes en torno al legítimo rechazo al mal manejo del país y la deuda quintuplicada de su gobierno y del nuevo robo en despoblado. ¿Estamos ante el anuncio inminente del endurecimiento del régimen y de la represión?

Por lo pronto, con respecto a los gobernadores, a los que ordenó ser el primer aviso de que hagan el trabajo sucio por las buenas o por las malas, previo a la reunión de la Conago con el titular de la Secretaría de Hacienda, les ha exigido que pongan primero orden en sus entidades.

Así, en el caso Morelos, desgobernado ya mucho antes por el Graco-Duarte, al ceder a las exigencias de aumento en las tarifas del servicio de transporte colectivo –de lo cual tendremos noticias la semana próxima- logró que despejaran las estaciones de Pemex. Y lo propio ocurrirá con los taxistas, pero no así con la sociedad que comenzará a sufrir los estragos de los incrementos derivados del gasolinazo.

¿Qué características tendrá el endurecimiento del régimen y la represión esta vez?

Permítaseme un antecedente y una caracterización paralela:

1.- En el caso de las protestas del magisterio de la Coordinadora Nacional, particularmente en Oaxaca, el manual de los dictadores estableció que primero había que desprestigiarlos.

Y sí, los incondicionales a los desgobernadores y al Ejecutivo Federal se desgañitan afirmando que afectarnos a nosotros mismos no es el camino, con los bloqueos a estaciones de Pemex, de gasolineras y a los vehículos que transportan el combustible.

2.- Eventualmente, intentará poner a la sociedad en contra del movimiento de rechazo al gasolinazo, como con la Coordinadora Magisterial.

El problema para el régimen ahora es que resulta más complicado poner a la sociedad contra sí misma por un robo en despoblado a todos. Y lo veremos paulatinamente con el aumento en las tarifas de transporte y cuando cada cual tenga en sus casas tanto que pagar el servicio de gas, como el recibo de energía eléctrica.

3.- En Oaxaca, el gobierno de la República dejó solo al entonces desgobernador Gabino Cué, que tampoco hizo nada. Comenzó un supuesto desabasto de alimentos y bienes derivado de los bloqueos, magnificado por los medios afines.

Ahora, los gobernadores que no garanticen la operación de estaciones de Pemex y de gasolineras, pasarán por lo mismo que Gabino Cué.

4.- Después la amenaza: como se recordará, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dio un ultimátum a los maestros disidentes para dejar los bloqueos, so pena de desalojarlos por la fuerza, lo que al final cumplió, pero demostrando que ni para eso están preparados los cuerpos policíacos federales, pues la represión, los muertos y balazos no terminaron con la disidencia y el gobierno Federal quedó en ridículo.

Y bien, en esta oportunidad no ha sido Osorio Chong con una amenaza –al menos no todavía- sino el propio Presidente, aunque fuese veladamente, al referirse a los desmanes.

5.- En el caso Oaxaca, el gobierno de la República dejó que la sociedad y esa noble entidad cargaran con las consecuencias tanto de la ingobernabilidad, como de la represión por mucho tiempo.

Esta vez no es así, porque el problema no se circunscribe a una o varias entidades, sino a todo el país, y porque los platos rotos los pagan Pemex y los expendedores de gasolina. En un contexto así, el gobierno pierde tanto dinero, como imagen de cara a la próxima concesión a terceros para importar y vender gasolinas, así que actuará pronto…

Para actuar, ya lo mencionamos, encomendó la tarea a los esbirros, los gobernadores, para que por la vía que sea apacigüen a la gente: cediendo a incrementos en el precio del servicio de transporte, vigilando con sus cuerpos policíacos las estaciones de Pemex y gasolineras, en lugar de sus tareas de proteger a la sociedad de los secuestros y extorsiones. Eso no importa, sino lo que conviene al gobierno de la República.

Se perfila, entonces, el siguiente movimiento, en la reunión de gobernadores y la Secretaría de Hacienda: además de la buena noticia de que recibirán migajas del gasolinazo en la medida en que cumplan su encomienda, compartirán la parte que les toca en la estrategia de endurecimiento del régimen y la represión, si fuera necesario.

Sabiendo lo que está en puerta, hay que insistir: el éxito de la resistencia al gasolinazo depende de una sociedad organizada, con orden programático de acción, con estrategia, con exigencias posibles y cumplibles…

De lo contrario, sólo queda someterse ante las balas y el garrote, o por el simple miedo.

Veremos para qué da este movimiento nacional de resistencia…

 

 

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