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Renovación partidista
El cambio de dirigencia del PRI es el primer pasopara que ese partido logre retomar el poder político que perdió hace 17 años. Másde tres lustros de alternancia no han sido suficientes para que los partidosentiendan su circunstancia y la nueva realidad. Los últimos cinco gobiernos hansido malos; la oposición han sido peor.
El proceso de renovación en el PRI es clave en ese partido rumbo al2018. Quien sustituya a Rodolfo Becerril en la dirigencia estatal tricolor nosólo tendrá que preparar al partido para la sucesión, también deberá conciliara los grupos y tratar de resolver las profundas divisiones que se han creado através del tiempo. Tras casi 20 años de ser oposición en Morelos, los priístastienen en sus manos la posibilidad de regresar al poder, pero no lo harán si denuevo llegan a la contienda divididos. La unidad es la clave de la victoria,incluso antes del nombre del candidato.
El proceso electoral que viene en Morelos será, utilizandolenguaje futbolístico, un encuentro sotanero. Ninguno partido tiene buena famapública ni es una alternativa atractiva para el electorado; lo que ocurrió conel PAN en el año 2 mil o el PRD en el 2012 no se ve para el 2018. Todos los partidos,grandes y pequeños lucen desgastados, sin respaldo social, sin unidad interna ysin buenos candidatos.
El PRI vive un momento de crisis interna que no es muy diferente ala que padecen los panistas o los perredistas. En la casa azul hay un evidente rompimientoentre los grupos y la dirigencia que encabeza Juan Carlos Martínez Terrazas. Enel PRD Rodrigo Gayosso ha avasallado con todo y sólo aquellos que aceptan sinchistar sus decisiones tienen cabida en su proyecto. Ítem más: Gayosso andacomprando liderazgos para que compitan bajo las siglas del Sol Azteca, perocada figura que llegue por esa vía representa un espacio menos para lamilitancia.
Un partido que podría dar sorpresas en el 2018 es Morena. Elmovimiento de Andrés Manuel López Obrador está creciendo, está ganandosimpatías y poco a poco se convierte en el rostro político y social de laizquierda. Muchos liderazgos del PRD se están pasando a ese partido y nichoscompletos de la izquierda en Morelos parecen estar volteando a ver esaalternativa política. El reto de Morena es no repetir los errores que loshicieron fracasar en el 2015.
Entre los partidos pequeños no hay nada que observar. La coyunturapolítica y el desencanto social permitió a todas las fuerzas mantener suregistro, pero esa situación no se repetirá en el 2018. Ninguno de los partidosemergentes ha crecido, ni hecho algo que les distinga de los demás; en todoslos casos han optado por el acuerdo económico con los partidos grandes,convirtiéndose en lo mismo que los ciudadanos rechazaron en las elecciones del2015.
La contienda que viene para Morelos será sotanera, un duelo entremalos. Todos los partidos están desarticulados, ninguno tiene credibilidadsocial, ni tampoco orden interno. La sociedad no espera mucho de los partidos porquelas candidaturas están atrapadas por cacicazgos que imponen su voluntad, sedividen el poder y reparten las posiciones entre sus incondicionales.
Todos saben que así están las cosas, pero nadie puede (o quiere)hacer algo para que las circunstancias cambien. En el RevolucionarioInstitucional se vive un duelo de poder interno en donde dos grupos (LosMariselos y los Amados) luchan por el control de la dirigencia sin pensar enlas consecuencias. Esos grupos, por cierto, son los mismos que colocaron altricolor en la situación en la que se encuentra.
La renovación de la dirigencia estatal del PRI es clave por muchasrazones, empezando por las responsabilidades que tendrá el próximo presidente.En Morelos el partido de los tres colores necesita una figura fuerte, que sepacontrolar a los grupos internos y tenga la capacidad de enfrentar los embatesexternos. Un timorato como Becerril o alguien desprestigiado Garrigós nadatienen que aportar a ese partido.
El cambio de presidente del PRI es visto por algunos como elprimer paso para buscar la gubernatura, pero utilizar al partido como trampolínpara alcanzar una candidatura es una jugada que no funciona. Tomar ladirigencia en este momento conlleva un alto desgaste político que ningúncandidato es capaz de superar de manera inmediata; el PRI requiere unpresidente de tiempo completo, ajeno a los grupos y capaz de conciliar y sumara todos.
No es sencillo el panorama que tiene el PRI en Morelos, perotampoco lo es el de los demás partidos. El primer paso para ganar el 2018 enMorelos debe darse dentro; los primeros convencidos de que pueden ganar laelección deben ser los priístas.
- posdata
El gasolinazo es una muy dura carga para el PRI en la carrerapresidencial. Las cosas no pintan bien para el tricolor, las últimas eleccionesmostraron el desencanto social contra esa partido, producto en gran medida delas malas decisiones tomadas en la presidencia de la república; el incrementoal precio de los combustibles pareciera ser la gota que derrama el vaso de lapaciencia social.
El gobierno de Enrique Peña Nieto no ha tenido la capacidad de gobernarcon eficiencia, ni ha sabido comunicar de manera adecuada; han tomadodecisiones importantes, pero también han sido omiso en temas muy sensibles parala gente, como la corrupción y la lucha contra la impunidad.
Las últimas encuestas muestran la caída del PRI; en algunos casosya lo ubican en el cuarto lugar en la carrera rumbo al 2018. En este momentopoco creen que el Revolucionario Institucional pueda retener la presidencia,incluso los priístas se notan decaídos y con poca confianza. El gasolinazo, lapésima estrategia de comunicación presidencial y la falta de un buen candidatoparecen la crónica de una muerte anunciada.
El PRI tiene un año para remontar el escenario adverso, pero no seve por dónde puedan hacerlo. El gobierno federal está atrapado en la crisis ypasmado ante la reacción social. Económicamente no hay forma de que lafederación recomponga el escenario, su único camino es iniciar una verdaderalucha (interna y externa) contra la corrupción y mostrar que hay una batallareal contra la impunidad. A la gente le molestan los aumentos, pero le más ofendeel dispendio gubernamental.
Pero aunque a nivel federal el PRI tiene un panorama sumamente adverso,en Morelos las condiciones para ganar no son tan complicadas. La diferenciaclave es que en la tierra de Zapata el PRI no es gobierno y el PAN no ha sabidoaprovechar el desgaste de sus adversarios. Aquí veremos una carrera parejera;lo único que se puede anticipar en la elección morelense es que el PRD no tienenada que hacer en la siguiente elección.
Si el PAN, el PRI o Morena quieren ganar la gubernatura en el 2018tienen que comenzar a trabajar desde ahora. La clave, insisto, es la unidad,pero la diferencia entre un triunfo o una derrota será el candidato.
- nota
Los políticos le tienen miedo a Cuauhtémoc Blanco. El futbolistalos desprecia, los ofende, les ganó las últimas cuatro batallas legales y losha exhibido frente a la sociedad. Blanco se ha convertido en el enemigo avencer en el 2018; su valor electoral más importante (¿El único?) es que no espolítico.
Los partidos no saben qué hacer frente a esa circunstancia. ¿No seles ha ocurrido buscar un candidato diferente? Un perfil más ciudadano, conmejor imagen pública y sobre todo, más capacidad profesional que Cuau. ¿Es muydifícil?
- post it
Hace unos días Alfonso Zárate, presidente del Grupo ConsultorInterdisciplinario, escribió en El Universal un artículo titulado “Graco ¿Elpróximo Duarte?”. En su análisis el articulista hace una interesante reflexiónsobre los gobernadores de México. Esto es lo que publicó el rotativo:
¿Por qué diablos noaprenden los gobernadores? ¿qué maleficio les impide al ver las barbas de suvecino cortar, no poner las suyas a remojar?
La República vive unamala hora. En la mayoría de los estados la delincuencia está desbordada y lascorporaciones policiales están penetradas por el crimen; la corrupción y laopulencia de la clase gobernante contrastan con la pobreza y el abandono de lamayoría de la población. Y a pesar de las evidentes responsabilidades, losresponsables más ostensibles de este desastre, siguen impunes: HumbertoMoreira, Fidel Herrera Beltrán, Juan Sabines Guerrero...
El verticalismo, esavieja costumbre de nuestra clase política, que ha quitado la dignidad y larazón de ser a los otros poderes, se expresa en el silencio cómplices dequienes tenían que controlar a los gobernadores: los magistrados del TribunalSuperior de Justicia y los diputados del congreso convertidos en dócilessubalternos; algo similar ocurre con los consejeros o comisionados de losorganismos supuestamente autónomos y, para falsear la realidad, los medios decomunicación locales están intimidados o “maiceados” con contratos o pagos enefectivo que provienen de sobornos.
Pero no todo está mal. Eneste entorno de cinismo y corrupción es una buena noticia que hoy la sociedadorganizada cuente con mejores instrumentos (México evalúa, el IMCO, la Red porla Rendición de Cuentas, Fundar, entre otros), para monitorear, contrastar lainformación oficial con la realidad y denunciar las desviaciones de losgobernantes, y están también los medios que documentan los desastres denuestros gobernantes. La presión de las organizaciones cívicas y de los mediosha obligado al gobierno federal a actuar, aunque de manera tardía y aregañadientes, en contra de algunos de quienes rebasaron todo límite ético yjurídico.
Ya están en prisiónvarios ex gobernadores: Jesús Reyna, de Michoacán; Andrés Granier, de Tabasco;Guillermo Padrés, de Sonora (en Estados Unidos, Mario Villanueva, de QuintanaRoo); en tanto Javier Duarte, de Veracruz, se encuentra prófugo y otros, comoCésar Duarte, Gabino Cué, Roberto Borge, Miguel Alonso Reyes, Egidio TorreCantú, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, enfrentan acusaciones condistintos grados de concreción judicial (por una extraña razón, otros exgobernadores, como Ángel Heladio Aguirre, de Guerrero, no están siendoinvestigados).
Pero nada de esto pareceamedrentar a algunos altos funcionarios que aunque están en el último tramo desus administraciones, se sienten “en la plenitud del pinche poder” (FidelHerrera Beltrán dixit), y siguen manejando sus estados con un descaro inaudito:enriqueciéndose, repartiendo cuotas de poder entre su parentela y sus amigos,simulando que gobiernan, mientras distraen hacia cuentas bancarias ocultas oinvierten en vehículos de lujo, mansiones y ranchos, recursos que debíaninvertirse en obras de infraestructura, en el fortalecimiento y certificaciónde las corporaciones policiales, en hospitales y clínicas, en escuelas yservicios municipales.
Pero entre esedesbarajuste que puebla buena parte de la República, destaca el estado deMorelos, gobernado por Graco Ramírez Garrido, un personaje cuya historiasinuosa se remonta a su sociedad con Rafael Aguilar Talamantes, el tristementecélebre creador del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y, más tarde,del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), unverdadero mercader de la política.
Mientras crecen lainseguridad (homicidios, secuestros, extorsiones) y las denuncias por lacorrupción gubernamental (obras otorgadas sin licitación a empresarios cercanosy mucho más), sus atropellos lo enfrentan lo mismo con el rector de laUniversidad, que con la sociedad civil y hasta con el obispo Ramón Castro.Marchas multitudinarias han ganado las calles de Cuernavaca para exigir larenuncia del gobernador que se mantiene en lo suyo.
La familia de GracoRamírez se despacha con la cuchara grande y, como si fuera parte de supatrimonio, el PRD en el estado es encabezado por su hijastro Rodrigo GayossoCepeda, convertido en señor de todos los “moches”, a quien señalan como unoperador que amenaza e intimida a los opositores. Muchos miembros de la familia(esposa, ex esposa, hijos, hijastros, nuera) ocupan posiciones destacadas en elgobierno.
Morelos es un desastre.Y, aunque parezca una inocentada, Graco aspira a la candidatura presidencialpor lo que queda del PRD; por lo pronto dilapida los recursos públicos enpromociones como el supuesto reportaje que difunde por todo el país una revistasemi-clandestina, C&E.
Pero, al parecer, nadieexperimenta en cabeza ajena y Graco Ramírez parece ignorar que todos susdesfiguros lo prefiguran como el próximo Javier Duarte.
- redes sociales
Cuatro años han tratado de gobernar en Twitter; el plan falló. Laestrategia continúa y cada día es más costosa y menos funcional.
¡Aplausos!
Comentariospara una columna sonriente: eolopacheco@elregional.com.mx
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