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¡Están maduros los frutos del odio!
Odio al otro, al diferente, al que piensa distinto, al que disiente, al que critica, al que argumenta la verdad; odio al que no se deja engatusar por la “legión de idiotas”, odio al que no acepta la comodidad de lo “políticamente correcto”, odio al que disiente del trending topic como signo de verdad, odio al que cuestiona la verdad de las redes y las verdades virales, odio a los que advierten los riesgos del neologismo “posverdad”, odio al que desmiente las patrañas electoreras, con datos duros.
Y, si cavilamos un momento, descubriremos indicios de que en los previos a la sucesión de 2018 —o acaso por ello—, los frutos del odio “se caen de maduros”. ¿Lo dudan?
¿Qué le pasa hoy a aquel que se atreve a cuestionar las mentiras de manos perversas que —en busca del voto del enojo y la ignorancia—, construyeron el engaño del gasolinazo?
La Legión de idiotas —miles de bots cargados con el mortal veneno del odio—, crucifica al que demuestra que el gasolinazo nada tiene que ver con la reforma energética, al que pruebe que el alza de 47 por ciento en el combustible, del gobierno de Peña es el segundo porcentaje más bajo —luego de 26 por ciento del gobierno de Fox—, y lapidan al que desmienta con datos duros —De la Madrid elevó 2 mil 400 por ciento el costo de la gasolina, Salinas 170 por ciento, Zedillo 300 por ciento y Calderón 60 por ciento—, al que dice que el gasolinazo de Peña no es el mayor de la historia.
A pocos, si no es que a nadie, importa la verdad. Lo que importa es el odio inoculado por las redes a millones de personas que quieren creer lo que dicen las redes, sin saber si es verdad o es mentira.
Y no importa la verdad, porque esos millones de usuarios de redes —parte de la Legión de idiotas—, han sido tocados por el odio y prefieren la percepción, la creencia a ciegas, la imaginación, el pensamiento único y la mitología urbana, al tiempo que desechan lo fundamental en toda sociedad democrática: la razón, la sensatez y la verdad.
Nadie niega el malestar social —producto de una clase política corrupta, en general—, pero tampoco nadie ignora que el gasolinazo ha provocado una cascada de abusos de malos empresarios y peores comerciantes.
Pero también es cierto que pocos quieren ver —por ejemplo—, que los gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto han sido —por mucho—, mejores que los gobiernos de Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid. Nada dicen los ciudadanos de más de 40 años sobre las devaluaciones brutales y las cíclicas crisis económicas de esos gobiernos, y esa verdad lapidaria no la quieren saber los menores de 30 años.
¿Por qué millones se tragan el cuento de que —el de Peña Nieto— es el peor gobierno, el que más ha devaluado, el del peor gasolinazo, el de la peor corrupción?
Muchos legionarios idiotas cuestionan la inexistencia de refinerías para que la gasolina sea más barata en México. Olvidan que el PRD de Cárdenas, de AMLO y hasta el PAN, se opusieron a la reforma energética que propusieron los gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón.
Todos esos necios de las redes y todos los bots —cuya principal misión es la siembra de odio—, cierran los ojos ante la realidad contundente de que, en el fondo, los responsables del gasolinazo y del atraso energético son los que hoy cuestionan el gasolinazo.
¿Y quienes son esos responsables?
Todos lo saben, pero se hacen de la vista gorda; la mayoría prefiere la doble moral del anonimato en redes; prefiere ser parte de la grosera realidad de la “posverdad” —a los que solo importan la percepción y la emoción, antes que la verdad objetiva—, y son felices portando el virus del odio al otro, al que piensa distinto, al que prefiere la verdad y coloca en la basura la “posverdad”, al que acude al dato duro, a las lecciones del tiempo y la historia al que...
Lo de hoy no es la razón ni la verdad, sino la percepción y la emoción que inundan las redes. Lo de hoy es la sinrazón y el olvido de la verdad. Lo de hoy son los revolucionarios de Starbucks, cuya herramienta no son las ideas, la verdad y menos las ideologías, sino el odio y las emociones inyectadas en su teclado touch.
¿Y la verdad? ¿Y la razón? ¡Que se chinguen!
¡Están maduros los frutos del odio; la de 2018 será la elección del odio!
Al tiempo.