¿Tarifazos a cambio del Gracobús?
Mientras numerosos gobernadores e integrantes de los poderes tanto de la unión como de las entidades federativas se reducen el sueldo, asumen el compromiso de eficientar el gasto e inclusive la férrea oposición a que se siga afectando el bolsillo de la sociedad, el Graco-Duarte de Morelos nos recetó un nuevo aumento a las tarifas del servicio de transporte colectivo y de taxis. ¿Es la moneda de cambio el tarifazo por el Gracobús?
La ausencia de medidas para combatir, de manera efectiva, el gasolinazo a fin de que no afecte más a los morelenses, demuestra la incapacidad del mandatario para responder ante las crisis. Más aún: cedió a las presiones de un grupo de concesionarios que decían –como el desgobernador- estar del lado del pueblo y bien pronto enseñaron el cobre.
En el caso Morelos, tanto el gasolinazo como el aumento en el costo del servicio de transporte colectivo sacaron a la luz varias realidades que permanecían no ignoradas, sino en el limbo:
1.- Antaño, cuando los transportistas exigían aumento en las tarifas, se les exigía a cambio renovar el parque vehicular, o al menos darles mantenimiento. Esta vez el Graco-Duarte cedió sin chistar, acaso porque el Gracobús también está de por medio. Los negocios personales no pueden fallar, aunque afecten a la gente. Ahora el desgobernador y los colectiveros casi casi son compadres.
2.- Frente al aumento en las tarifas, la sociedad también recuperó la conciencia de la barbaridad en la que vivimos en materia de transporte en la entidad: un servicio caro, en vehículos chatarra, sin capacitación ni prestaciones para los choferes, y con un creciente número de accidentes, en los que los automovilistas y transeúntes sucumben bajo el “avance” de las rutas.
3.- La ausencia de un redireccionamiento más racional, congruente y menos caótico de los recorridos sigue de manifiesto, sin que hasta la fecha se haya evaluado siquiera la posibilidad de corregir los embotellamientos que esto provoca, junto con la contaminación y la pérdida de horas-hombre.
4.- También deja al descubierto –en el caso del servicio de taxis- que la indiscriminada expedición de permisos y/o concesiones sólo se ha convertido en un negocio gubernamental –otro-, porque nada garantiza a quienes pagaron por ello que puedan convertirse de provisionales y permanentes, por lo que una y otra vez tendrán que renovar sus documentos, previo pago.
5.- También deja al descubierto deficiencias que “extrañamente” los de Inmovilidad y destransporte no han visto: los monopolios, como en el caso de Tepoztlán, donde una sola empresa hace de las suyas, sin opciones para los usuarios, que a pesar de haber demandado la apertura a otras líneas de transporte, “inexplicablemente” nadie les ha prestado atención.
6.- Otros casos, como en la región sur de la entidad, con los bicicleteros, a los que la autoridad persigue, demuestran que el único compromiso del gobierno está con el negocio, no con un transporte limpio y que da empleo a numerosas familias.
7.- La cereza del pastel: el propio Secretario de Hacienda, José Antonio Meade, desde el principio afirmó que el gasolinazo no justificaba de ninguna manera el aumento en las tarifas del servicio de transporte colectivo, pero eso al Graco-Duarte no le importó.
Hemos escuchado de numerosos amparos contra el gasolinazo. Pero en el caso Morelos no he sabido de amparos contra el alza en las tarifas del servicio de transporte colectivo, porque no se justifica. ¿Dónde están esos grupos sociales que no hace mucho peleaban juicios políticos contra el desgobernador, que no cesa de asestarnos golpe tras golpe?
Al pésimo, caro y caótico servicio de transporte que padecemos hace décadas, ahora se sumará otro peor: el Gracobús.
Concesionarios y gobierno, todos caben en ese negocio, ¿no?