Graco: va por dinero de futuras generaciones
El chantaje de la administración del desgobernador de Morelos en torno a que si no se autoriza un nuevo préstamo por mil 500 millones de pesos no habrán nuevas obras e infraestructura es una nueva burla. Casi tres cuartas partes del nuevo empréstito serían utilizados para refinanciar adeudos pasados, y no para lo que realmente necesitamos los morelenses.
Y peor aún: este nuevo préstamo, si se comete la equivocación de aprobarlo, comprometería a las tres siguientes administraciones estatales, que igualmente se verían forzadas a seguir endeudando al Estado de Morelos al infinito y más allá.
Antes del cinismo de pedir un nuevo préstamo del cual no veremos beneficios ni obras, el Graco-Duarte debería:
1.- Transparentar el monto total de la deuda que hoy enfrenta el Estado de Morelos, quién y en qué períodos la solicitó, y a qué fue destinado el recurso.
2.- Hagámonos cargo de esta administración: el desgobernador tendría que realizar no una intensa labor de promoción personal, sino de lo que hizo con los cerca de tres mil millones de pesos que le autorizó el Gracongrueso de incondicionales. ¿Acaso alguien recuerda en qué fue empleado ese recurso?
3.- El que presume de una administración transparente también debía explicarnos en qué se utilizaron los recursos provenientes de la federación, producto de los convenios fiscales, y sobre los cuales se dispone discrecionalmente y sin la debida obligatoriedad de rendir cuentas, lo cual no quiere decir que se lo queden ellos.
4.- Antes de continuar endeudando a la entidad, el gobierno estatal debía adoptar estrategias a las que han recurrido otras administraciones, como es la reducción de sueldazos, bonos, vales de gasolina, telefonía celular, viáticos, viajes –familia incluida-, adelgazar la alta burocracia y no a los trabajadores que ganan una miseria. Pero de eso, ni sus luces.
5.- El desglose claro de la manera como han de ocuparse los mil 500 millones de pesos de un nuevo préstamo es obligado. Con los dos o tres datos que escuetamente el gobierno ofrece, hasta el propio Graco-Duarte podría entender que nada tiene que ver con obras la intencionalidad del empréstito, sino con cubrir los boquetes financieros de la administración pública estatal.
Es de esperarse que los agachados –no los de Rius, sino los del Gracongrueso- nuevamente acepten endeudarnos, seguramente porque de ahí saldrán también los recursos para que ellos mismos cubran sus propios desfalcos y los dineros que no aparecen.
Por tanto, puesto que no hay contrapesos en el Legislativo y en el Judicial –que tampoco toca sus sueldazos ni sus privilegios en bien de la entidad- conviene nuevamente que la sociedad esté atenta para que no se consume un nuevo endeudamiento que compromete a administraciones estatales futuras y generaciones venideras.
¿Queremos que los niños de hoy y los que están por nacer en los siguientes años crezcan con una loza de deuda a sus espaldas?
¿Dejaremos que el Graco-Duarte se chupe todo el recurso, hasta de futuras generaciones?
¡Basta ya!