Incognitapro

SERPIENTES Y ESCALERAS

La clase política morelense está rebasada por los problemas del estado. Se acabaron las convicciones, las ideologías y el valor de la palabra. Para que Morelos salga adelante es necesario renovar a quienes están en el poder.

Los últimos años han sido muy difíciles para Morelos. Múltiples crisis afectan nuestra entidad mientras la clase gobernante pelea el poder y pervierte las instituciones. La política ha pasado de ser un arte de negociación a un ejercicio de compraventa y corrupción; la justicia social, el bien común y la lucha por las libertades quedaron desplazadas por el dinero, las conveniencias personales y las amenazas. Morelos enfrenta problemas muy serios que superan la capacidad de los políticos actuales. La política local debe reinventarse.

El deterioro de la calidad de vida en Morelos es paulatina desde hace varios sexenios. El desarrollo social, la diversidad cultural, los avances tecnológicos, la modernidad y el fortalecimiento democrático no se refleja en un mejor estatus para la mayoría de los ciudadanos. Nuestro clima envidiable, atractivos turísticos, cultura, tradiciones y buena ubicación geográfica no han sido suficientes para hacer de Morelos la entidad pujante y sólida que debiera ser.

Aquellos tiempos en los que Morelos era sinónimo de calidad de vida quedaron atrás; su lugar lo ocupa la inseguridad, la corrupción, la crisis económica y la impunidad gubernamental. Morelos está estancado en su crecimiento y agobiado por la violencia; las instituciones han perdido credibilidad y los partidos, en lugar de ayudar a mejorar las cosas, se convirtieron en un lastre.

La política local ha dejado de ser un ejercicio de diálogo y acuerdo, los hombres y las mujeres de poder colocaron los intereses personales por encima del bienestar colectivo y acabaron con el valor de la palabra. La política es hoy una práctica sin valores democráticos ni moral, en donde el dinero se ha convertido en el ingrediente que mueve a las instituciones y las personas.

Poco a poco la clase gobernante se ha vuelto un sector fuertemente rechazado por la sociedad; los escándalos han desprestigiado el quehacer público y deslegitimado  el actuar gubernamental. No es casual que el gobernador, los alcaldes, los diputados y los actores políticos sufran un rechazo colectivo nunca antes se había visto. No es fortuito que Morelos sea una de las entidades con más alternancia partidista en todo México: la gente ya no sabe en quién confiar.

En pocos años los políticos han desprestigiado el servicio público y acabado con la credibilidad institucional. Los resultados de las últimas encuestas que realizan diferentes organizaciones, incluyendo al Inegi, dejan muy mal parado al gobierno, a los partidos y a los representantes populares. La percepción sobre los niveles de inseguridad, corrupción e impunidad es muy alta en todo el país y particularmente elevada en Morelos; la gente no confía en las instituciones ni en quienes están al frente de ellas.

La mayoría de los actores de poder no reparan en este hecho, piensan que el enojo ciudadano es pasajero y que con la entrega de apoyos y dádivas en el proceso electoral todo quedará olvidad. “La gente olvida, las campañas se ganan con dinero y con estructura. Si les das despensas y apoyos votan por ti” me comentaba hace poco un integrante de nuestro congreso local.

El problema de fondo no es una elección, ni el triunfo de un partido; ya no hay diferencias entre siglas, se han borrado las barreras ideológicas y olvidado los compromisos sociales, la mayoría de los integrantes de los partidos no conocen los postulados de sus respectivas instituciones y el cambio de colores es un reflejo de que las convicciones son cosa del pasado. Lo que cuenta ahora es el arreglo inmediato y los beneficios a corto plazo.

Esa es la verdadera crisis que enfrentamos: quienes están en los partidos y en los gobiernos han hecho de la actividad pública un ejercicio pragmático y mercantil en donde todo se puede arreglar bajo la mesa entre dos personas.

Por estas razones en Morelos como en muchas partes del país los ciudadanos rechazan a los políticos y a los partidos; cuando la corrupción se volvió el lenguaje del poder, la inseguridad se apoderó de las calles.

La clase política de hoy en Morelos no está a la altura de las demandas de un estado al que le urge salir adelante.

  • posdata

La llegada de Donald Trump y sus ataques sistemáticos a México han unido a los mexicanos y provocado reacciones en contra de su política. Los embates del magnate norteamericano lograron lo que no se había visto en mucho tiempo: México unido. Frente a las ocurrencias de un hombre que ejerce el poder político de un país como un negocio propio, la reacción internacional ha sido fuerte y en muchos casos, de apoyo a los mexicanos.

Pero aunque este fenómeno ha provocado una casi generalizada unidad nacional, también ha servido para que algunos políticos oportunistas traten de hacerse notar. Graco Ramírez es un ejemplo de ello.

El tabasqueño aprovecha la coyuntura, declara en medios y critica públicamente a Trump por su manera de ejercer el poder, por su forma de hacer política y por sus arranques coléricos personales. El gobernador quiere tomar impulso con este tema, ya anunció una gira internacional para buscar apoyo en Estados Unidos y hasta se propone como el constructor de una red de migrantes en la unión americana.

Lo que no dice Graco es que todo lo que pregona en sus discursos es ajeno a lo que durante más de cuatro años ha hecho en Morelos. Su gobierno es muy parecido al de Donald Trump, con ingredientes extras como la corrupción, la impunidad y el nepotismo. Graco Ramírez es un dictador, un mentiroso, un traidor y un hombre que divide. Su desempeño en Morelos está muy lejos de ser bueno: es ineficiente, ha endeudado al estado, no ha podido controlar la inseguridad ni detenido la violencia, ha hecho de la corrupción el sello de la casa y de la impunidad su marca personal. Lo mismo que Trump, Graco es colérico, rencoroso, vengativo y ocurrente; por eso está calificado como el penúltimo gobernador del país, sólo arriba de Manuel Velasco, de Chiapas.

Para Graco la crisis que ha provocado Donald Trump es una oportunidad para lucirse, para aparecer en medios, pera promocionar su imagen, pero sobre todo para ocultar la crisis que se vive en el estado que gobierna. El tabasqueño se auto propone como el salvador de la patria, como el gran conciliador internacional, cuando es incapaz de arreglar los problemas que tiene en el estado.

Graco es candil de la calle y oscuridad en casa.

  • nota

El gobierno de Morelos afirma que sus áreas de inteligencia (¿?) han detectado la operación de una red de abogados, jueces y periodistas que sirven al narco. Son personajes que protegen a diversos cárteles y les dan “asesoría de medios” para que sus mensajes se divulguen en las redes sociales, afirman los funcionarios.

Por ello la Comisión Estatal de Seguridad formó una nueva estructura que vigilará lo que se escribe y comparte en las redes sociales; una especie de policía cibernética para evitar que se cometan delitos cibernéticos y se propague información falsa o maliciosa, dicen.

La idea no es mala, de hecho ese tipo de estructuras ya existen en otras partes del país y del mundo; ahora comenzarán a funcionar en Morelos. Pero lo de fondo no es la integración de este nuevo equipo de supervisión y rastreo, lo verdaderamente importante es que funcione y de resultados, que identifiquen y actúen, de otra manera será una burocracia más en el poco eficiente equipo de seguridad e “inteligencia” del estado.

El comisionado Capella y el secretario Matías aseguraron que tienen evidencia sobre la participación de jueces, abogados y periodistas al servicio del narco, señalan que hay elementos sólidos y contundentes, pero no han hecho nada al respecto hasta ahora. Si en verdad tienen pruebas de la colaboración de alguien (cualquiera) con los grupos delictivos, no lo tienen que anunciar, ¡deben proceder!.

El problema en el estado no es que alguien divulgue información sobre la delincuencia organizada (el periódico Extra de Morelos es un medio muy efectivo para ello), lo verdaderamente grave es que este tipo de hechos siguen ocurriendo.

Es importante que la nueva policía cibernética evite que se propague información maliciosa que confunde a la ciudadanía, pero lo urgente es que este tipo de hechos dejen de ocurrir en nuestro estado.

Ocultar la información nunca ha sido una buena estrategia. Dicho sea de paso: ¿esta nueva estructura de redes sociales será más efectiva que la actual, cuyo objetivo es posicionar las acciones del estado? ¿O serán Gracobots con uniforme.

  • post it

Reiteradamente se ha hablado de la crisis de los partidos y la falta de rumbo y carácter de sus dirigencias. Ninguno de los partidos se salva, aunque hay algunos que están en peores condiciones que otros.

El PRI, por ejemplo, carece de rumbo, no tiene agenda social y su presidente ha sido rebasado por las circunstancias y los grupos. En el partido tricolor no ha cabeza desde hace mucho tiempo, Rodolfo sólo calienta la silla y el nuevo delegado, un personaje ligado a la corrupción de Javier Duarte en Veracruz, tampoco ha servido para mejorar la crisis de identidad y proyecto del Revolucionario Institucional en Morelos. Hoy el PRI es un cero a la izquierda.

En el PRD las cosas tampoco marchan bien. La dirigencia es una especie de gubernatura alterna, llena de odios y resentimientos, en donde sólo caben incondicionales y amigos, lo cual ha desarticulado a la izquierda morelense. Muchos de los personajes fuertes y representativos del Sol Azteca han emigrado a Morena mientras su joven presidente sigue apostando por una candidatura personal que difícilmente llegará por la vía que sigue. La confrontación no ha dado buenos resultados en el gobierno de Graco ni los dará en el PRD de Gayosso.

Los panistas sufren de la misma falta de identidad del PRI y los resentimientos del PRD. Juan Carlos Martínez Terrazas no ha tenido la capacidad de unir al partido ni tampoco de renovar los liderazgos. El joven llegó buscando revancha contra la sagrada familia y ese desquite es lo único que existe en la agenda del partido. Acción Nacional no tiene rumbo, no tiene estructura, ni tampoco buena imagen pública; la división es más severa que nunca y no se ve por dónde puedan tomar la estafeta de la renovación gubernamental en el 2018. Lo mejor del PAN en Morelos parece estar en torno a la dirigencia municipal, donde parecerían estar haciendo lo que no hace el comité estatal y desde donde se pretende, como en 1997, ganar espacios en la siguiente elección. En el PAN de Cuernavaca, por cierto, hoy se estrena Javier López como encargado de la comunicación.

Morena tampoco se salva de la crisis de partidos. El movimiento de López Obrador sigue sin tener sentido en Morelos, lucen vacíos, sin estrategia y muy lejos de lo que representa AMLO a nivel nacional. Los morenos de Morelos apuestan a la llegada de nuevos militantes provenientes de otros partidos, pero no reparan en los antecedentes y compromisos de sus nuevos integrantes. Morena tiene en la tierra de Zapata una estructura singular: hay un dirigente formal (Lucia) y un dirigente poderoso (Radamés); son un monstruo de dos cabezas. El impulso nacional de Morena es grande, pero como en el 2015 puede no ser suficiente para hacerlos ganar. En Morelos Morena no tiene agenda social, no comunica, no tiene estrategia política ni tampoco ha logrado empatía social.

  • redes sociales

La influencia de las redes sociales en la vida pública es cada día mayor. La fuerza de estos espacios de comunicación es enorme y llama la atención de muchos políticos, quienes tratan desde ahí de posicionarse rumbo a las elecciones del 2018.

Se ha vuelto común en estos espacios ver publicidad de diputados, funcionarios y dirigentes de partido; lanzan campañas mediáticas en donde se promocionan haciendo trabajo comunitario, dando conferencias o haciendo propuestas.

El problema no es el canal de comunicación, sino la credibilidad de los políticos. Algunos de ellos invierten importantes sumas de dinero en busca del Like, pero en lugar de ello reciben comentarios muy duros, muchas veces ofensivos, que los regresan a la realidad.

Las redes sociales son un vehículo de comunicación e imagen muy importante, pero no han pasado del muro a las urnas. El reto que tenemos es hacer de la voz en esos espacios un elemento contundente en los hechos. Es decir: pasar del posteo al voto.

Cuando lo hagamos, los políticos pensarán dos veces antes de seguir cometiendo las canalladas de ahora.

Comentarios para una columna feliz: eolopacheco@elregional.com.mx

Twitter: @eolopacheco www.facebook.com/Eolopachecomx

Ámbito: 
Local