Lo cierto, sin embargo, es que en México no son nuevos los fenómenos de “la verdad alternativa” o la “posverdad”. Tampoco es nuevo que políticos de todos los partidos pretenden engañar a ciudadanos y potenciales votantes, en tiempos electorales.
Más aún, las campañas electorales son —en México y el mundo— una diligente competencia de mentiras. Y, en no pocos casos, la victoria electoral es de aquel cuyas mentiras son mayores. Incluso, autores como Savater dicen que si los políticos dijeran la verdad, nadie votaría por ellos. Es decir, que a ciudadanos como a electores “nos gusta ser engañados” por los políticos.
En la historia abundan ejemplos de grandes mentirosos, como Hitler, quien escribió: “Cuando la mentira es más grande, más personas la creen”, o como Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro. En México un mentiroso frecuente es Andrés Manuel López Obrador, quien en dos anteriores intentos presidenciales montó una montaña de mentiras, antes y después de la elección.
Sin embargo, hoy asistimos a un ejemplo extremo del político mexicano mentiroso, para quien los límites ya no existen, para el que no hay freno y al que le importa un pito que los ciudadanos descubran sus mentiras.
Nos referimos al mentiroso que, además de plasmar en letra de molde sus mentiras, las organiza en un libro, paga un tiraje considerable y hasta una costosa presentación de su colección de mentiras; engañifa convertida en libro de texto para la legión de mentirosos.
El mentiroso patológico se llama Andrés Manuel López Obrador, autor del compendio de mentiras titulado 2018: La salida, decadencia y renacimiento de México. Mentiras presentadas como promesas de campaña para 2018. Y tal el tamaño de las mentiras que, según muchos especialistas, una aventura como esa podría llevar a México a una situación como la de Venezuela.
¿Y cuáles son las mentiras de AMLO, salidas de su puño y letra?
1. No aumentar impuestos y bajar el precio de la gasolina. 2. Producir en México toda la gasolina requerida. 3. Construir dos refinerías: Campeche y Tabasco, a un costo de 420 mil millones de pesos. 4. Lograr crecimiento económico entre 4 y 6 por ciento anual al finalizar 2024. 5. Reconfigurar las refinerías de Tula, Salina Cruz y Salamanca, con inversión superior a 50 mil millones de pesos.
6. Mejorar el nivel de bienestar y cambiar el estado de ánimo de los mexicanos. 7. Erradicar hambre y pobreza extrema en México. 8. Becas, apoyos a la población y obras con costo de 550 mil millones de pesos. 9. Que la compra del voto sea solo un mal recuerdo. 10. Hacer que la delincuencia organizada esté acotada y en retirada.
Según el diario El Financiero, el costo del decálogo de AMLO es de un billón 20 mil 400 millones de pesos ($1,020,400,000,000.00). Es decir, no existe economía del mundo que lo resista. Más aún, según los economistas vinculados a AMLO, ese decálogo es totalmente inviable, tanto en su aspecto financiero como económico, social y político.
Es decir, se trata del decálogo de la mentira, escrito y firmado del puño y la letra de AMLO, quien además lo presume como la panacea: la fórmula mágica para salvar a México y al mundo.
¡Idiotas políticos, economistas y gobernantes del mundo…! ¿Cómo nunca se les ocurrió que todos los males de la humanidad se resuelven con decretos, con buena voluntad, con el deseo y la firma del iluminado que ordena hágase… y se hace?
Ya el columnista Pablo Hiriart, de El Financiero, demostró que es una idea descabellada —digna de un idiota— construir refinerías cuando en el mundo se han dejado de construir, además de que el costo-beneficio ya es obsoleto. ¡Pero es digno de un demente bajar impuestos y prometer que por ese decreto bajarán el cielo, la luna y las estrellas…!
Es copia de los decretos de Trump prometer que en México —también por decreto— la delincuencia y el crimen bajarán. ¿Recuerdan que la mayor manifestación contra la violencia se llevó a cabo en el gobierno de AMLO, en el DF? ¿Recuerdan que AMLO dijo que era “una manifestación de pirrurris”? ¿Llegará a Los Pinos un mentiroso patológico que exhibe sus mentiras, de puño y letra, en un libro?
El problema no es que un mentiroso se aviente la puntada de hacer un libro de sus mentiras. ¡El problema es que abundan los idiotas que creen esas mentiras!
Al tiempo.