Por fin, el presidente estatal del Partido de la Revolución Democrática Rodrigo Gayosso Cepeda ha decidido combatir la corrupción endémica que padece el estado. Dijo que la posibilidad de que el ex secretario de Salud del sexenio anterior y actual diputado local Víctor Manuel Caballero Solano haya incurrido en un desvío de recursos hace que sea un imperativo moral impulsar la denuncia.
La declaración resulta histórica, porque el presidente del partido en el poder es, ni más ni menos, hijastro del gobernador actual, que ha sido acusado reiteradamente de desviar recursos públicos hacia su familiares y amigos, mientras el gobierno estatal padece una crisis financiera que lo ha dejado sin dinero.
La convicción moral de Rodrigo Gayosso encuentra tierra fértil en asuntos que no requieren investigación porque están a la vista: el nepotismo expresado en la contratación de toda clase de familiares para cargos de mando. El abuso de poder al permitir que la esposa del gobernador -casualmente madre del presidente perredista- intervenga en asuntos públicos. Y otros asuntos más cuyos hilos conducen incluso al propio Rodrigo Gayosso Cepeda.
Los ciudadanos no pueden menos que felicitarse por ese súbito arrepentimiento, a menos que sea sólo una declaración hipócrita y que, por lo mismo, no afecte los negocios que la familia gobernante hace al amparo del poder.